Al menos 19 personas han muerto acuchilladas en un centro para discapacitados en la ciudad de Sagamihara, a unos 40 kilómetros al suroeste de Tokio, la capital de Japón. Un hombre de 26 años y antiguo trabajador de la residencia irrumpió en el edificio durante la madrugada del martes y atacó a numerosos internos para después entregarse a la policía de forma voluntaria. El último recuento facilitado por la agencia Kyodo asegura que hay además 26 heridos, 20 de ellos en estado crítico.
El suceso ocurrió en torno a las 2.30 hora local (16.30 GMT del lunes), cuando el atacante, identificado como Satoshi Uematsu, accedió al centro tras romper una de las ventanas con la ayuda de un martillo. La policía de la prefectura de Kanagawa -a la que pertenece la ciudad de Sagamihara- recibió una llamada a esa hora de uno de los empleados de la residencia alertando de la presencia del hombre. Apenas treinta minutos después, Uematsu se entregó a la policía con una bolsa llena de cuchillos y herramientas afiladas, algunas de ellas ensangrentadas, y confesó el crimen: “Lo hice yo”, aseguró a los agentes.
Aunque aún se desconocen los motivos del ataque, el sospechoso dijo a la policía que “sería mejor si las personas discapacitadas desaparecieran”. Las fuerzas de seguridad lo arrestaron por homicidio intencionado y por allanamiento de morada. La policía sigue investigando el suceso, pero por ahora nada hace pensar que el ataque responda a un acto terrorista.
El centro para discapacitados, llamado Tsukui Yamayuri Garden, pertenece al Gobierno de la prefectura de Kanawaga, pero está gestionado por una empresa privada. Tiene una superficie de unos 30.000 metros cuadrados y puede alojar a hasta 160 personas. Según datos de finales de abril, en la residencia vivían 149 internos de entre 19 y 75 años con distintos grados de discapacidad psíquica. Más del 40% tenían 60 años o más.
Este ataque es uno de los peores que ha sufrido Japón en su historia reciente. Matanzas de esta magnitud son extremadamente raras en el país asiático, donde la tasa de crímenes violentos es de las más bajas del mundo y la venta de armas de fuego está muy restringida.
En junio de 2008, un hombre irrumpió en el famoso distrito Akihabara en Tokio y apuñaló a varias personas aleatoriamente, siete de las cuales murieron. El atacante, Tomohiro Kato, fue declarado culpable y condenado a muerte.