Seamos sinceros: en casi todo México, la gente maneja mal. Pero los chilangos son los mexicanos que pasan más tiempo en sus coches, además de que no hay ninguna otra ciudad que tenga más autos circulando por sus calles que el DF.
La mayoría de los chilangos manejan con desesperación y a la ofensiva, debido en parte a que pasan gran cantidad de tiempo encerrados en el auto sin moverse y a que los demás automovilistas son igual o más agresivos que ellos.
Aquí presentamos sólo siete de las características que demuestran que los chilangos manejan (manejamos) mal (sí, ya sabemos que no tooodos…), y quizá muchas de estas conductas las tienen por ignorancia, así que confiamos en que, al leerlas, las corregirán. ¡Así que no estamos criticándolos, sino poniendo nuestro granito de arena para tener mejores ciudadanos! Bueno, ya, lean.
1. Los semáforos son sus enemigos
En la Ciudad de México, los semáforos suelen estar mal sincronizados y, en muchos cruces, mal colocados, es más, aunque ya no tanto como antes, a veces son manipulados por policías y hasta por alguno que otro franelero o microbusero que ya aprendió a moverle para que el alto dure más tiempo.
Pero eso tampoco es pretexto para que los automovilistas chilangos vean a los semáforos como una especie de enemigo que, en vez de brindarle un servicio, cree que lo único que hace es provocarle retrasos para llegar a donde va.
Así, no falta el que cree que pasándose un alto en medio del tránsito llegará más rápido, pero su cerebro es tan pequeño que no se da cuenta de que terminará detenido un par de metros adelante porque los autos tampoco avanzan y, lo peor, bloqueará el cruce de los autos que tienen el siga.
Y en las madrugadas la situación no cambia mucho, pero eso sí, los chilangos sabemos que a esas horas es más peligroso pasarse un siga que un alto.
2. No saben para qué sirven las rayitas que están pintadas en las esquinas (bueno, en algunas)
En otros países, basta con que una persona esté parada en alguna zona donde esté dibujado un “paso de cebra” (los cruces peatonales identificados con varias líneas paralelas a la banqueta) para que hagan alto total y lo dejen pasar, pero en la Ciudad de México hay automovilistas que no es que no respeten el cruce peatonal, sino que ignoran que existe.
Así, es común ver automovilistas estacionados en las esquinas sobre estas líneas importándoles un verdadero pepino por dónde pueden cruzar las personas, o en los altos, se detienen en ese lugar aunque los peatones tengan que caminar sobre la calle que tiene el siga… total, el más importante en una ciudad hecha para los autos, es el que conduce, ¿los que caminan qué?
Algunas autoridades creativas han pintado los pasos peatonales con algunas figuras humanas (de esas que tienen hasta coronita porque según ellos el peatón es el rey) y han colocado señalamientos, pero a muchos conductores les viene importando lo mismo.
Y no se diga en las calles de las colonias, en donde los automovilistas al ver pasar a una persona que cruza la calle, en vez de hacer alto total, hasta aceleran para amedrentar al peatón a que se apure, porque él es poderoso y su tiempo es más importante porque viene armado con un auto.
3. Detestan las luces direccionales
Es un cliché, pero no por eso es muestra de que los chilangos manejamos mal: prender una luz direccional es señal para que el de atrás no te deje pasar.
Esta señal, que se hizo para aumentar la seguridad y comodidad al conducir es una de las más odiadas por los chilangos que no permiten, bajo ninguna circunstancia, que alguien avance por delante de ellos, aunque no les cueste nada ceder “su lugar”.
Eso sí, si alguien no la prende y se cambia intempestivamente de carril, le reclaman con el clásico grito de “¡prende tu direccional”.
4. Se estacionan en doble o triple fila porque ahí se quieren estacionar
En calles de colonias como la Del Valle, Polanco o la Nápoles ya es común ver autos estacionados en doble o triple fila para que sus conductores, sin pudor alguno, puedan descender de ellos para ir a la tienda, platicar con la vecina o esperar a que se desocupe un lugar para estacionarse.
Así, al circular por esas calles, hay que ir librando autos particulares, camiones repartidores y hasta patrullas, por lo que es imposible seguir de largo por un solo carril. No sirve de nada reclamar, porque estos chilangos tienen todo tipo de frases hechas para responder, como “¡Si no te gusta, quédate en tu casa!” o “¡Ahí pasas!”.
Hasta hace unos años, esto era muy común afuera de las escuelas, pero éstas han hecho cambios para agilizar el tránsito frente a sus instalaciones. Hoy, cualquier “hijo de vecino” puede estacionarse en doble fila en donde quiera y cuando quiera… total, no hay nadie que se lo prohíba… a menos que esté en una zona de parquímetros, porque ahí la ley sí se aplica rápido.
5. Cuando no hay tránsito, las vías rápidas son para acelerar
Es tan, pero taaan raro ver las vialidades despejadas, que cuando eso llega a pasar, los chilangos pisan el acelerador para comprobar que su auto puede llegar a los 120 kilómetros por hora, algo muy raro para quien circula en la Ciudad de México.
De esa manera, en los dos pisos de Periférico o en Calzada de Tlalpan se pueden ver a estos cafres región 4 conduciendo a toda velocidad y rebasando autos para convertirse, aunque sea por unos minutos, en el centro de atención de otros.
6. Se meten entre los coches porque creen que así avanzan más rápido
Una variante de estos automovilistas es la que puede verse en las horas cuando el tránsito es denso, pero avanza a, digamos, unos 20 kilómetros por hora, y aprovechan cualquier hueco para “clavarse” y cambiarse constantemente de carril, pensando que están avanzando más rápido que los otros inútiles que van sobre el mismo carril de alta durante varios minutos.
Lo cierto es que pocas veces avanzan más rápido que muchos de los autos que, según ellos, rebasan, pero parece que esto los hace felices de alguna manera.
7. Piensan que el claxon es un instrumento mágico que acaba de inmediato con el tránsito
Muchos chilangos esperan que, con sólo tocar el claxon, los autos que están detenidos delante de él desaparecerán de inmediato, permitiéndoles avanzar con toda comodidad hasta cruzar la avenida.
También esos y otros chilangos creen que un auto que no alcanza a entrar o salir de una vía rápida o cruzar una avenida sin semáforo, milagrosamente encontrará un espacio para incorporarse o cruzar rápidamente, además de que él no encontrará ningún obstáculo para pasar, y si alguien más se atreve a reclamarle, puede decir frases tradicionales como “¡Pues pásale por arriba!”.