El mundo occidental es hipócrita con el dolor del mundo. Si un hecho horrible sucede en París, Niza, Bruselas o Estados Unidos “debería ser importante”; de otro modo es digno del olvido y el desprecio.

Es el caso de Siria, hundido desde hace siete años en la guerra, que no levanta el ánimo ni la empatía del mundo. Ellos, una nación de nadie y manipulada por occidente, aparentemente no tiene derecho de regirse autónomamente.

Pero no fueran los bombazos en París o el atentado en el aeropuerto de Bruselas (ambos en 2016), que lograron conmover al mundo después de saber de lo que es capaz el terrorismo.

No señor, los ríos de sangre que corren en oriente se quedan en oriente. Tras casi una década de guerras, se reportan más de 400 mil muertos, cinco millones de refugiados en el país y ocho millones de desplazados.

Así, un pueblo se encuentra desplazado mientras los medios de comunicación tradicionalistas se tallan las manos gracias a las noticias del terrorismo.

En recientes fechas, el Gobierno de Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk a bases sirias bajo el argumento de haber respondido al supuesto ataque perpetrado por el Gobierno de Bashar Al Asad contra la población Siria con gas sarín; sin embargo, estos ataques y el apoyo a los rebeldes tiene una verdad más profunda.

Es Estados Unidos quien apoya al terrorismo al estar del lado de los rebeldes sirios. Hasta el momento es solo Rusia y el gobierno de Vladimir Putin quien ha hecho algo por detener los planes del Estado Islámico quién recibe dinero de EU, pero también es Moscú la única nación que le puede hacer frente a la imposición de los americanos en el mundo.

Pero esto poco importa a las autoridades del mundo, para quienes la vida de un sirio vale menos que la de un animal. Pero la de un europeo, se tasa en oro, rubíes y obliga a jefes de estado a lanzar llamamientos y a pronunciarse enérgicamente en contra de los que siembran el terror.

Se repetirán los ataques de falsa bandera como el de gas sarín lanzado por la administración de Donald Trump. Lo que desea el Gobierno Mundial es un pretexto para disputarse Siria, esa rica zona en petróleo y recursos naturales.