La solución está en la educación

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Corría enero del 2012 cuando a la madre de una inquilina del anexo llamado “Grupo Compañeros Unidos” se le negó la visita a su hija. La señora, preocupada, levantó una queja ante la Procuraduría de Justicia del entonces Distrito Federal. Ante esto, se rescataron a siete menores de edad y tres mayores de 18 años que resultaron ser víctimas de trata de personas.

La Madrina Cecilia”, encargada del centro de rehabilitación y cuatro personas más fueron detenidas y el terreno ubicado en la calle de Lucio Blanco No. 19 en la colonia Providencia fue expropiado por el delegado de Azcapotzalco de aquellos años, Enrique Vargas Anaya. Antonio Padierna era director General de Desarrollo Social de ese gobierno, él instalo un área recreativa con gimnasio en el predio.

En 2015 la secretaria de Educación capitalina, Alejandra Barrales, anunció la creación del Bachillerato Universitario; en enero del 2016 se inauguró el plantel del Centro Histórico, y al mes siguiente Miguel Ángel Mancera inauguró el segundo plantel del proyecto en el mismo sitio donde años atrás eran prostituidas jovencitas.

La oferta educativa que brinda el plantel es diferente a las demás preparatorias de la Ciudad de México. Además de entregar a los alumnos egresados un certificado que acredite la conclusión de sus estudios a nivel medio superior, se les otorga un diplomado avalado por la Secretaría de Educación de la capital.

El diplomado que imparte la institución es de prácticas artísticas. Hay tres opciones para especializarse, las cuales son: teatro, danza y producción audiovisual.

Pero no fue únicamente la oferta académica lo que nos llevó a investigar sobre esta escuela, sino el apoyo que se le brinda al estudiante desde el lado humano y la fomentación para crear proyectos de vida.

En la delegación Azcapotzalco abunda el narcomenudeo y es la sexta delegación con mayor número de delitos de alto impacto con una tasa delictiva de 10 crímenes cometidos por cada mil habitantes. La colonia Providencia, donde se encuentran las instalaciones del BAU, fue considerada por el Estudio Básico de Comunidad Objetivo (ECBO) realizado por el Centro de Integración Juvenil en 2013 como una zona de alto riesgo al consumo de drogas en la población joven.

El plantel de Azcapotzalco es considerado como metropolitano porque abre sus puertas a estudiantes mexiquenses de zonas vulnerables como las colonias 10 de abril, Lomas verdes y Los Pastores del municipio de Naucalpan de Juárez y algunas de Tlalnepantla de Báez como Unidad Habitacional El Rosario, Puente de Vigas, San Pablo y Vista Hermosa.

Rubén García, coordinador del grupo interdisciplinario del BAU Azcapotzalco, concedió una entrevista para Letra Roja y dijo estar consciente de que en el plantel hay alumnos que “andan metidos en malos pasos” porque considera que la zona y sus alrededores son lugares donde los jóvenes son susceptibles a terminar en el negocio del narcomenudeo o cualquier otro acto delictivo.

El equipo interdisciplinario busca otorgar las herramientas a los muchachos para enfrentar lo que García considera “mundo cada vez más caótico”. La institución, más que educar, busca arropar a los jóvenes que se han alejado del estudio por motivos personales o por haber sido rechazados de algún otro plantel educativo.

La labor del personal va más allá del plantel; si algún alumno se ausenta durante un periodo considerable se le va a buscar hasta su domicilio para conocer el motivo que lo ha alejado de las aulas y buscarle solución, en colaboración con los padres o tutores, para que retome sus estudios.

Cuando se les diagnostica alguna adicción se les canaliza al Centro de Integración Juvenil, al Centro Desarrollo Comunitario de Azcapotzalco o a cualquiera de los Centros de Atención Primaria en Adicciones del Estado de México; los muchachos con problemas emocionales son enviados a la Clínica de las Emociones del Instituto de la Juventud de la Ciudad de México.

“Yo regresé este año a la escuela y, para mí, es importante porque mi vida ha sido el desmán. He sido rechazado de otras escuelas, pero el que me hayan aceptado aquí, en la escuela, es un logro importantísimo”, señaló Abraham, estudiante de la primera generación.

Aunque a veces los familiares no muestran ningún interés por lo que pasa con los alumnos, es digno de destacar como varios siguen luchando y buscando la manera de salir adelante, ya sea con becas o combinando trabajo con escuela.

Rubén considera que la mayoría de los 500 alumnos que hoy tiene inscritos el plantel estarían en la calle, perdidos en algún vicio o, en el mejor de los casos, trabajando si no existiera el colegio inaugurado el año pasado. También mostró su alegría de que en este nuevo ciclo escolar algunos jóvenes optaron por no hacer examen del COMIPEMS al considerar al BAU como su primera opción.

Los esfuerzos por motivar al estudiante a continuar con sus estudios arrojan una aceptable cantidad de deserción escolar cerca del 10 por ciento, muy por debajo del promedio nacional a nivel medio superior que representa el 25.7 por ciento de la población estudiantil.

De acuerdo con estudiantes, padres de familia y trabajadores, este es un proyecto que los emociona bastante y los motiva a superarse como personas. Será cuestión de tiempo para ver si el Gobierno capitalino lo mantiene o queda en el olvido con todos los cambios que se avecinan en la ciudad para el 2018.

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