Juana camina a paso lento, cabizbaja, sorteando a una multitud de personas de todas las edades que van presurosas en todas direcciones. Algunos traen chalecos de colores fluorescentes, otros cargan cajas de cartón llenas de víveres o llevan comida preparada que ofrecen a su paso. Muchos de ellos nunca se habían visto pero ahora tienen algo en común: son voluntarios en una isla de esperanza y solidaridad, el Parque México, uno de los centros de acopio en la capital del país, que se estableció después del sismo que golpeó a la zona centro del país, un 19 de septiembre justo como hace 32 años.
A unos metros “Imelda”, “Momo” y “Sid”, integrantes de Cuerpo Canino Terapéutico Lincoln se encontraban conviviendo con un grupo de jóvenes universitarios. El cruce de miradas fue instantáneo y aunque pareció dudar por unos instantes Juana terminó por acercarse a Imelda, una Golden Retriever y le dio un fuerte abrazo.
Después del encuentro con el can, el semblante de Juana cambió, mostró una sonrisa y desapareció el estrés que tenía por todas las imágenes que vio un día antes en la colonia obrera donde fue voluntaria.
Poco a poco, la tensión desaparece y algunos niños se acercan a jugar con este grupo de perros, los acarician y preguntan sus nombres. Al alejarse del lugar, las personas que estuvieron en contacto con ellos tuvieron un momento alegre que les ayudó para regresar a sus labores de apoyo.
Imelda cumplió su labor terapéutica pues logró que Juana se relajara y hablara de sus sentimientos. Para que lo anterior sucediera fue necesario que los perritos fueran entrenados y socializados para que pudieran lograr una conexión con los humanos. Cuando una persona en situación de estrés se relaja y habla de sus sentimientos Federico, Enrique o Alicia quienes son terapeutas les ofrecen un acompañamiento emocional, por eso canes y humanos son el mejor equipo que ayuda a voluntarios y damnificados que han pasado por momentos difíciles. La meta es visitar albergues y centros de acopio para que los perros ayuden a niños y adultos a divertirse y jugar.
Al final del día con sólo un abrazo canino “Imelda”, “Momo” y “Sid” reconfortaron a muchas personas que lo necesitaban convirtiéndose en héroes de cuatro patas siempre dispuestos a apoyar.