El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha mostrado una indignación selectiva por las acusaciones de acoso sexual contra políticos destacados, con su propio pasado tortuoso cerniéndose sobre su reacción.
Trump se apresuró el jueves a tachar de “muy malas” las acusaciones contra el senador demócrata de Minnesota Al Franken. Sin embargo, ha mantenido un sospechoso silencio sobre las acusaciones más graves presentadas contra Roy Moore, un republicano que compite por un escaño en el Senado en las elecciones especiales del estado y que ha sido acusado de agresiones sexuales contra varias adolescentes hace décadas.
Trump ha declinado varias veces unirse al líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, y al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que pidieron a Moore que se retire de la campaña. Ambos han dicho que creen a las mujeres que acusan a Moore.