Michael Jackson desafió la ley de la gravedad, así lo confirman Tres neurocirujanos

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Cuando en 1983 Michael Jackson lanzó ‘Billie Jean’ consiguió que se tambaleara el concepto de vídeo musical. Hasta ese momento, la cadena MTV proyectaba en la pantalla vídeos que no eran más que promos visuales de los artistas, en algunos casos incluso con una baja calidad visual. Pero Jackson hizo justo lo contrario. A su increíble música, le añadió un guión, efectos especiales y técnicas de filmación propias del séptimo arte. Hizo películas que duraban lo mismo que sus canciones.

Aunque lo que realmente tenía alucinados a sus fans eran los movimientos de baile de sus sofisticadas coreografías. Sobre todo después de aparecer inclinado 45 grados, con su cuerpo perfectamente recto y los zapatos apoyados en el suelo en su vídeo ‘Smooth Criminal’ (1987). ¿Magia o una habilidad extraordinaria?

Un poco de todo. Tres neurocirujanos indios que se declaran fans del “Rey del Pop” aseguran que desde el punto de vista de la biomecánica el bailarín más entrenado solo puede inclinarse en un ángulo de 25 a 30 grados respecto a la vertical, porque la columna vertebral no permite más.

Si Jackson lo superó perpetrando lo que parecía un movimiento sobrehumano, fue porque, a sus dotes de bailarín, le sumó una gran inventiva.

Durante la grabación del vídeo utilizó cuerdas y poleas invisibles para desafiar a la gravedad y a la biomecánica. Y cuando quiso trasladar ese baile a su gira de conciertos, echó manos de dos inventores para diseñar y patentar un par de zapatos que le permitían inclinarse de bruces. Unos con los tacones enganchados a unos tornillos fijos sobre la superficie del escenario.

Según publican hoy en la revista especializada Journal of Neurosurgery el neurocirujano Nisant S. Yagnick y sus colegas del Instituto de Educación e Investigación Médica de Chandigarh, este movimiento influyó en los bailarines de los 80.

Viendo a Jackson fueron muchos los que intentaron “girarse más y saltar más alto que nunca” dicen los investigadores. Y eso dio lugar a nuevas lesiones musculoesqueléticas.

“Aquellos movimientos eran alucinantes, pero también empujaron a que muchos bailarines se lesionasen intentando desafiar los límites de sus propios cuerpos más allá de lo que nuestra estructura ósea permite”, subrayan.

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