El kefir es una bebida de cultivo fermentada con un sabor similar al yogurt, de sabor es ácido y cremoso pero con una textura mucho más líquida. Proviene del norte de las Montañas Caucásicas, donde originalmente se hacía con leche de cabra, pero actualmente se puede hacer de cualquier lácteo e incluso de leches veganas.

Para hacerlo colocan levadura y bacterias en la leche y dejan fermentar a temperatura ambiente para que se formen los granos de kefir iniciales —que puedes reutilizar. Una vez que los tienes, debes cambiarlos de leche cada 24 horas para hacer más kefir. Aunque a estos granos también se les llama kefir, en México los conocemos como búlgaros.

Su creciente popularidad se debe a que contiene un gran número de probióticos, es decir bacteria benéficas que ayudan a la digestión. Aparte contiene más nutrientes y proteína que el yogurt y su consistencia es más ligera. Su sabor ácido tiene un ligero toque de fermento, contiene una baja cantidad de alcohol (entre el 1% y 3%) y al beberlo notarás que se siente ligeramente carbonatado.

Algunos de los beneficios que aporta a la salud son mejorar el número de bacterias saludables en el tracto gastrointestinal, ayudar a recuperar la flora intestinal, aliviar síntomas del síndrome de colon irritable, prevenir infecciones gastrointestinales, vaginales y urinarias y apoyar en su tratamiento. Como se trata de un probiótico natural, consumirlo puede reducir los efectos secundarios relacionados con los probiótcios en pastillas.

Debido a todos sus beneficios, el kefir podría ser el siguiente superfood en entrar a la lista. Pero como suele suceder con estas cosas, algunas marcas han comenzado a sacar sus versiones. No obstante trata de alejarte de las versiones endulzadas y saborizadas, porque usualmente tienen menos nutrientes.