Que Beatriz Gutiérrez Müller presida el Consejo Asesor Honorario de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, creada el pasado 19 de noviembre por el presidente Andrés Manuel López Obrador —aún en periodo de transición—, la convierte, sin duda, en primera dama, asegura la historiadora Sara Sefchovich, pues afirma que aun cuando no sea en la asistencia pública, como a veces ha ocurrido entre las esposas de los mandatarios, ocupará un puesto público en una institución que el Presidente creó y que ella presidirá honoríficamente.
“Este cargo que asume es un cargo público y cambia lo que había dicho. Ella dice que ese cargo no es de primera dama, sin embargo, por supuesto que se trata de un cargo que tiene por ser primera dama”, asegura la también escritora y estudiosa de esta figura histórica en México.
El Consejo Asesor que presidirá Beatriz Gutiérrez Müller impulsará las tareas de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural, cuyo objetivo es concentrar y difundir en una única plataforma todos los documentos digitalizados que tienen que ver con la historia y la vida cultural de México, de todos los archivos del país, tanto los públicos como los privados.
La autora del libro La suerte de la consorte, que analiza la historia de las esposas de los gobernantes que ha tenido México, asegura que el trabajo de esta Coordinación será muy importante, como todo lo que se hace a favor de la preservación de la memoria histórica, pero que aun cuando la señora López Obrador tenga una pasión por los archivos y sepa o no mucho del tema, es un puesto que tiene por ser esposa del Presidente.
Además, Sefchovich explica que no es la primera esposa de un mandatario que asume otras tareas que no tienen que ver con la asistencia social. “La señora López Mateos le pidió a su marido algo que a ella le interesaba como educadora y le crearon el Instituto Nacional de Protección a la Infancia; a la señora Echeverría le interesaban las artesanías y le crearon el Fonart y le dieron presupuesto para hacer cosas de artesanías; a la señora López Portillo le interesaba la música y se creó el Fonapas y se crearon montones de escuelas de música y de enseñanza musical”.
Sefchovich, historiadora, escritora, investigadora de la UNAM y colaboradora de EL UNIVERSAL, afirma en entrevista: “Cuando ella (Beatriz Gutiérrez Müller) dice: ‘No voy a ser primera dama’ y tiene la coordinación de una cosa de este tipo… pues sí está siendo primera dama y no está siendo original en que le creen algo que no es asunto directamente relacionado con la asistencia social, pero sí con un trabajo público que se lo dan por ser la esposa del Presidente”.
En sus redes sociales, recuerda Sefchovich, la propia Beatriz Gutiérrez dijo que no cobrará sueldo y no manejará presupuesto. “Ninguna de las primeras damas de México ha cobrado ningún sueldo, ninguna ha manejado presupuestos porque siempre hay áreas administrativas encargadas de eso, en ese sentido tampoco es diferente ni es una novedad. Ella lo pidió, el marido entendió que es importante y le dio esa Coordinación; yo también considero que es importante pero aquí de lo que estamos hablando es ¿eso es o no es ser primera dama?, y eso sí es ser primera dama”.
A la también autora de Demasiado amor y La señora de los sueños se le pregunta si de alguna forma la señora Gutiérrez Müller rompe con el estilo de las primeras damas, y responde que no rompe ningún estilo.
“Lo hubiera roto si de plano no participara, no tuviera ningún papel público, que ella quisiera nada más su vida privada; pero eso es imposible porque el papel de acompañante en ceremonias, en actos oficiales, lo hizo en la campaña y probablemente lo tenga que hacer durante el mandato de su marido. Puede decidir no hacer la asistencia social pero ya decidió de todos modos hacer una función de tipo público y tener una coordinación de una cosa, que no es lo que han hecho otras, pero sí tiene que ver con un papel público que consiguió por el hecho de ser esposa del Presidente”.
La mujer compañera. Sefchovich dice que el tema es que nosotros los ciudadanos no podemos deslindar todos estos nombramientos del hecho de que los hagan los esposos, los presidentes. “Es como si la señora Echeverría me dijera ‘a mí me dieron las artesanías porque soy muy buena en eso’; sin duda, le interesaba, pero el nombramiento se lo dio su marido, el Presidente; lo mismo cuando a la señora López Portillo le gustaba la música y nos hizo mucho bien a muchos, había clases de violín en los rincones más apartados del país, pero eso se acabó cuando ella se fue de la Presidencia; y también fue muy bueno impulsar las artesanías, y también fue muy bueno crear el Instituto Mexicano para la Infancia y la Familia; entonces, sin duda, va a ser excelente rescatar y digitalizar los archivos y vincularlos entre sí y resguardar nuestra memoria histórica, pero eso lo tiene por el hecho de que es la esposa del Presidente, no está allí una persona que ha dedicado su vida a hacer ese tipo de cosas”.
—¿Las esposas de los presidentes han determinado políticas públicas?
—El papel de las primeras damas se ha mantenido más o menos similar desde que empezó esto de que las señoras tuvieran una participación, que empezó en realidad en Estados Unidos con las esposas de los primeros presidentes, lo que se pretendía es que una persona que está tan cerca a quien toma las decisiones y puede hacer políticas públicas pudiera tener injerencia para que se hicieran asuntos que son importantes, para que se les diera peso. Una cosa es que ellas puedan conversar con sus maridos y convencerlos de alguna cosa y otra muy distinta es que tengan injerencia en política interior, nadie te convierte en conservador o en radical de izquierda si no quieres tú que te conviertan.
Pienso en el caso de Marta Sahagún y Vicente Fox; compartían una cierta manera de ver el mundo y por eso ella pudo hacer las cosas que hizo con el apoyo del Presidente, que fue no ocuparse del DIF pero sí hacer asistencia social por su propia cuenta, con su propia organización, Vamos México, y eso ha pasado siempre. Margarita Zavala estaba de acuerdo en muchas cosas con Calderón; entonces, como el DIF ya era un cascarón, ella se ocupó de cuestiones de luchas contra las drogas en los niños y adicciones, y de niños migrantes no acompañados.
—¿Ha cambiado la figura de la primera dama?
—En tiempos pasados yo creo que las mujeres no tenían ni esa cercanía con sus maridos ni los maridos las escuchaban en cuestiones de política porque nunca se consideró que las mujeres fueran seres que pudieran opinar sobre esas cosas, esa es la verdad. Entonces si en algún momento la señora Ruiz Cortines o la señora de Ávila Camacho hablaron con sus maridos, la verdad no creo que les hayan hecho mucho caso, ellos consideraban que la política se trataba fuera de la casa y con otras personas.
Creo que apenas en el siglo XXI ha empezado a existir la mujer compañera, la que puede platicar con él, la que él puede tomar en cuenta, yo creo que en el siglo XX esto no existía aunque la señora Echeverría se llamaba a sí misma “compañera”, no existía esa idea de que la mujer es un ser con la que puedes hablar y tiene algo que decir. Yo honestamente creo que eso empezó con el feminismo, en el último cuarto del siglo XX, cuando las mujeres empezamos a ocupar otro lugar, a ir a las universidades, a tener posiciones propias en la intelectualidad, en el partido, en el periodismo, y a lo mejor en ese momento fue cuando los señores se dieron cuenta que tenían algo que decir y las empezaron a escuchar, pero esto es muy reciente.
—¿La primera dama es una figura que no existe?
—Es un papel que no existe en ninguna ley, que nada más tiene obligaciones pero no tiene derechos, que no cobra un salario, que en todo lo que hagan les van a decir ‘aquí no te metas’, como se lo dijeron a Hillary Clinton: “Nosotros escogimos a uno y no a dos”, entonces no importa lo que hagan, siempre van a ser criticadas, y si no lo hacen, también; como la señora Angélica Rivera de Peña, que anunció que iban a revivir el DIF y finalmente no lo revivieron y entonces todo mundo le reclamamos.
Hagan lo que hagan no tienen un lugar legal, porque nadie las eligió, y porque lo único que pueden hacer es aquello que sus maridos las nombran para hacer; por eso el caso de la señora López Obrador, porque su marido la nombra para esto y eso inmediatamente la coloca como primera dama.
Marta Sahagún fue la primera que habló en México de una pareja presidencial y todo mundo le dijo “pero si nosotros no escogimos una pareja presidencial sino un presidente”, sin embargo la participación de ellas siempre había estado ahí en esa área para que se diera importancia al trabajo asistencial que estaban haciendo.
—¿La de primera dama es una figura que debería existir?
—La verdad que es un papel muy difícil porque no son, pero sí son. Nadie las quiere, pero todo mundo les exige. No tenemos ningún derecho sobre ellas, pero nos lo damos. Tienen un papel muy difícil que tienen que asumir porque hagan lo que hagan todo mundo va a decir que está mal hecho y que no debe ser así o que a ella nadie la nombre. La verdad es muy complicado, no quisiera estar en su pellejo.
No reciben un sueldo, no existen legalmente como una figura que forme parte de la vida pública, del gobierno, de nada, entonces ¿cómo pueden tener un sueldo si no existen? Yo toda la vida he dicho que eso debería legislarse porque primero nos aclararía a todos, tanto a ellas como a los ciudadanos, sus obligaciones, pero también sus derechos. Podríamos exigirle por qué no hiciste esto, pero sólo entonces.