Diciembre 19 de 1994
En la tarde de hoy, durante una reunión convocada para acordar las bases de un nuevo acuerdo de los empresarios con la administración de Zedillo, Jaime Serra Puche, secretario de Hacienda y Crédito Público, confirmó los rumores de que el peso estaba sobrevaluado y propuso ampliar la banda de flotación a 15%. Al colarse la información a los intermediarios financieros, crecerá una ola especulativa que dos días después reducirá a la mitad las reservas internacionales del Banco de México, y provocará la fuga de cerca de 4,600 millones de dólares y una devaluación del peso frente al dólar de 15% efectivamente.
Ante el problema, el gobierno optará por dejar el peso a merced de las fuerzas de un mercado especulativo, el peso flotará para situarse a 4.80 por dólar. La devaluación provocará un aumento directo de la deuda pública, debido a los tesobonos indexados, títulos con vencimiento de corto plazo, que en ese mes representaban el 80.6% de la deuda pública y que sólo en el mes de enero vencían por unos 3300 millones de dólares.
Dado que por primera vez una crisis mexicana la estabilidad de la economía mundial (efecto tequila), el presidente norteamericano Clinton apoyará a Zedillo con 20,000 millones de dólares y convocará a concertar con otros gobiernos y el FMI un salvamento financiero por un total próximo a los 50,000 millones de dólares.
La crisis, además de hacer declinar en casi 7% el PIB de 1995, tendrá otras repercusiones:
En primer lugar, la renuncia del secretario Serra Puche y el rompimiento Salinas-Zedillo. Salinas, atribuirá la crisis al “error de diciembre”, frase acuñada para nombrar los errores de gestión cometidos por el gobierno de Zedillo, que habían convertido los problemas que heredó a su sucesor en una crisis, pues todos ellos eran solucionables mediante una conducta adecuada en los mercados financieros internacionales; el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos por tres años consecutivos, la falta de supervisión en los bancos y la abultada cartera vencida, la sobrevaluación del peso, el abultado déficit comercial externo y la insuficiencia del ahorro interno, eran manejables al momento del cambio de gobierno, e inclusive los tesobonos no eran un gran problema porque sus vencimientos estaban escalonados a lo largo de 1995. Asimismo, Salinas se pondrá en huelga de hambre en protesta por la responsabilidad que se le atribuirá en la crisis y en el asesinato de Francisco Ruiz Massieu y ya deslindado de ambos hechos por las autoridades correspondientes, el expresidente abandonará el país en exilio voluntario el 10 de marzo siguiente y declinará su candidatura para presidirla Organización Mundial de Comercio OMC.
Por su parte, Zedillo responsabilizará de la crisis al nerviosismo de los mercados, a las acciones beligerantes del EZLN, así como a los problemas estructurales heredados de Salinas, como el tamaño del déficit de la cuenta corriente y la volatilidad de los flujos de capital extranjero de corto plazo para financiar el déficit en la cuenta corriente. Sin embargo, para la gente Zedillo quedará como un presidente improvisado y mediocre, que sólo pudo encumbrarse gracias al asesinato de Luis Donaldo Colosio.
José Luís Ávila (La era Neoliberal) escribe: “Como puede verse, la crisis financiera tenía poderosos componentes vinculados a la estrategia seguida por la administración salinista, y sin duda en un contexto de alta vulnerabilidad los errores cometidos por el nuevo equipo gobernante magnificaron los problemas y condujeron al país a la peor crisis del siglo XX. Como bien ha señalado Paul Krugman, en la devaluación de México se cometieron dos errores claros que impidieron que la devaluación perdiera su objetivo: detener la pérdida de reservas y detener la ola especulativa ofreciendo certidumbre en el tipo de cambio, es decir, enviar a los especuladores un mensaje de que no habría más devaluación. En ese sentido, el primer error fue realizar una mini devaluación y luego poner a flotar el peso, lo que motivó mayor especulación; el segundo error consistió en confiar anticipadamente a empresarios -y por ende a sus redes de inversiones- la decisión de devaluar, pues éstos tomaron ventaja de la información veraz y privilegiada e iniciaron la escalada contra el peso. El otro aspecto, residía en que la devaluación se producía en una economía con alta vulnerabilidad financiera, cuyo alcance y eventual impacto internacional fue subestimado e incluso ignorado por los tomadores de decisión tanto privados como de los organismos multilaterales y del propio gobierno estadounidense, pese al manita reo sistemático de la economía mexicana y las medidas de política económica del gobierno.”
En segundo término, se fortalecerá el cuestionamiento del modelo de economía abierta y Estado mínimo iniciado por Miguel de la Madrid y de cuyas bondades Salinas había logrado convencer a la mayoría de la gente. La desilusión y la desconfianza en que México podría salir del subdesarrollo, aumentarán de modo creciente, pese a que pronto ingresaría el país a la OCDE. El sentimiento de frustración de grandes sectores de la población hará que el Partido Revolucionario Institucional acelere su declive, perderá la capital del país en 1997 y la presidencia de la República en el año 2000.
En tercer lugar, se desplomará el bienestar de la población: se reducirán los ingresos de la gente y se elevarán el desempleo y la inflación. Este año de 1995 el gasto total en consumo bajará 11 %, el empleo formal declinará 5.4% y la tasa de desempleo abierto aumentara 70%; la inflación será de 52%, lo que afectará de manera importante los salarios reales. Además, la pobreza moderada aumentará 14% y la pobreza extrema 12.1 % entre 1994 y 1996, de modo que al finalizar este periodo, el 60.8% de la población vivirá en condiciones de pobreza y el 28.8% en pobreza extrema.
En cuarto lugar, además de la deuda externa, a largo plazo aumentará la dependencia de México, al tener que aceptar las condiciones y los compromisos que le exigirán el gobierno de los Estados Unidos y los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional. Una década después, más de siete millones de mexicanos habrán abandonado el país en busca de mejores condiciones de vida, el número más alto de emigrantes a nivel mundial.
Doralicia Carmona. Memoria Política de México. |