Las chinampas de Xochimilco: el oasis secreto de la ciudad

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chinampas xochimilco

Un lunes cualquiera emprendimos nuestro recorrido hacia el sur de la Ciudad de México para conocer las chinampas de Xochimilco, un método tradicional de agricultura de la época prehispánica que sigue vigente en la capital.

“Cada país debe cuidar la variedad de insumos que tiene y ser promotor de su agricultura para que la cultura del país salga adelante.”

Alain Ducasse

Llegamos al Embarcadero Cuemanco y ahí comenzó la aventura. En el lugar ya estaban Ricardo Flores, Raúl Mondragón y David Flores, quienes están a cargo del Proyecto Ahuejote, el cual busca reactivar las chinampas para que la tradición y la agricultura de la ciudad no se queden en el olvido. Esta es la cara de Xochimilco que pocos conocen. Aquí no hay trajineras con botellas de alcohol, aquí hay casas sobre una ciudad que flota entre lirios acuáticos, árboles ahuejote y ajolotes.

En uno de los cruces de los canales, nos encontramos con Alexis Capultitla, un chico de 16 años que desde los cinco se dedica a la  chinampas de Xochimilco, un método tradicional de agricultura de la época prehispánica que sigue vigente en la capital.

Llegamos al Embarcadero Cuemanco y ahí comenzó la aventura. En el lugar ya estaban Ricardo Flores, Raúl Mondragón y David Flores, quienes están a cargo del Proyecto Ahuejote, el cual busca reactivar las chinampas para que la tradición y la agricultura de la ciudad no se queden en el olvido. Esta es la cara de Xochimilco que pocos conocen. Aquí no hay trajineras con botellas de alcohol, aquí hay casas sobre una ciudad que flota entre lirios acuáticos, árboles ahuejote y ajolotes.

En uno de los cruces de los canales, nos encontramos con Alexis Capultitla, un chico de 16 años que desde los cinco se dedica a la agricultura chinampera junto a sus más de 80 familiares que son xochimilcas, como les gusta reconocerse a sí mismos.

DE LAS CHINAMPAS A LA MESA

chinampas xochimilco

Chilote / Michelle Burgos

Las chinampas son un método de agricultura mesoamericano que antiguamente funcionaba para expansión territorial y cultivo de productos a través de balsas cubiertas con lodo, a las que se les conoce como cueros. Estas han funcionado desde entonces para cultivar hortalizas, flores, frijoles, verduras e incluso para tener ganadería. Gracias a ellas se logró ampliar parte del territorio en la superficie de lagos y lagunas del Valle de México. En 1987, la UNESCO proclamó la chinampería como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La historia de este tipo de cultivos data de más de 1,000 años atrás. Y pareciera que el tiempo no ha pasado por este lugar en donde se siguen usando los mismos métodos orgánicos para respetar la ecología y conservar el medio ambiente.

“Ustedes salgan a vender, yo me encargo de la tierra.”

En memoria de Felipe Capultitla

chinampas xochimiclo

Lechuga chinampera / Michelle Burgos

Proyecto Ahuejote es la iniciativa de una Asociación Civil que se enfoca en temas de alimentación y agricultura. En diciembre de 2007, Ricardo Flores, uno de sus socios, comenzó a vender canastas de lechugas, y Gabriela Cámara del restaurante Contramar fue una de sus primeras clientas. El crecimiento de la venta de lechugas rápidamente alcanzó a tener 17 restaurantes, y más adelante se unieron con la chef Paty Quintana e hicieron un proyecto llamado Aromas y sabores, que permite vivir la experiencia del huerto a la mesa –o, mejor dicho, a la trajinera. Después crearía dos canales de venta: e-commerce y clubes de consumo. “No se trata de revender el producto, la finalidad es reactivar las chinampas para que pequeños restaurantes compartan una chinampa y reactiven sembrando sus productos en conjunto”, nos cuenta Ricardo. Si un restaurante pequeño no tiene la capacidad de comprar una chinampa, pero quiere ser partícipe en su proceso de reactivación y tener productos de la misma en su restaurante, esta es la mejor forma de hacerlo. No solo los restaurantes tienen acceso, cualquier persona que quiera comprar productos de las chinampas puede hacerlo. El envío tiene bajo costo y el producto llega en unas horas.

REACTIVAR LA AGRICULTURA DE NUESTRA CIUDAD

Llegar hasta las chinampas no es tarea fácil. Hay que compartir una lancha en cuclillas con dos o tres personas para llegar a lo más profundo. El camino está lleno de árboles, de reflejos de sol en el agua, canales amurallados de flores y un sinfín de lirios acuáticos que flotan en el agua. Las lechugas, la calabaza, el brócoli y las verdolagas son los protagonistas en los productos de Alexis y su familia, pero también hay maíz y frijoles. Lo único que no hay aquí son frutas. De hecho, sus tíos son los principales proveedores de verdolaga en la Central de Abastos, pues toda su chinampa se utiliza para sembrarla.

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Alexis Capultitla / Michelle Burgos

Alexis es un chico muy sabio para su edad, enamorado de la tierra y comprometido con la agricultura. Explica que se suele sembrar lo que se consume en cada temporada. En junio y agosto, por ejemplo, se cultiva todo lo que tiene que ver con las fiestas patrias. Así los rábanos y las lechugas les dan vida a los pozoles del 15 de septiembre.

“Si Xochimilco desaparece, la ciudad desaparece con Xochimilco. Perderíamos nuestra identidad. La gastronomía local jamás sería la misma. La primera etapa es hacer conciencia en los restauranteros para que vengan a consumir a las chinampas”, me cuenta Ricardo mientras arranca un chilote para que lo pruebe. Se trata de un elote pequeñito que en esta zona se le da de comer a los niños por su dulzor.

Con sólo pisarlas emana su riqueza y no se puede evitar pensar que la gente de la ciudad debería saber esto y venir a ver la frescura de estos productos, y no sólo venir a verlos sino ¡comerlos!. Este es un producto orgánico y auténtico que no tiene un costo alto porque se compra directamente al productor. Además, no tiene químicos, sin pesticidas porque se riega con una mezcla de chiles para evitar plagas, en especial las mariposas que se comen las plantas.

Al cruzar varios maizales caminando y otro tramo remando, se divisan las vacas y caballos que pastan y que conviven libremente cerca de los maizales; en otro espacio algunos cerdos y gallinas hacen lo propio.

Si se restaurara el 10% de la chinampería y los productores regresaran al campo, se podría alimentar a la Ciudad de México por más de 30 años teniendo en cuenta que en Xochimilco se cosecha siete veces al año. Tan sólo el 5% de lo que se siembra aquí es para consumo de los chinamperos y sus familias. “Queremos que sea buen producto, con buen sabor pero que la gente tenga acceso a él”, sentencian los chicos de Ahuejote.

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Chinampa activa del embarcadero Cuemanco / Michelle Burgos

Mientras “los abuelos” madrugan para sembrar con un conocimiento previo sobre la hora exacta y el día específico, los hombres más fuertes de la familia (entre 15 y 50 años) sacan el lodo del canal con el cuero (una lancha de madera). Los bisabuelos (entre 90 y 95 años) también siguen apoyando a las familias y las abuelas cosechan y llevan la verdura al mercado.

De generación en generación se pasa el saber de los cultivos. Las chinampas son ese legado cultural y medioambiental que no hay que dejar desvanecer.

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