En el terreno de Texcoco donde se planeaba construir el nuevo aeropuerto sólo queda una obra casi muerta y un millar de trabajadores aferrados a las últimas oportunidades de empleo.
Al exterior de la puerta número ocho de la obra, y bajo los intensos rayos del sol, Alejandro Gaona supervisa la evolución de un puente que supuestamente iba a conectar la autopista de Texcoco con hangares para la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), así como el avión presidencial.
Se trata de una de las últimas construcciones que se realizan en el lugar, aunque algunos trabajadores la califican como un “monumento a la necedad” y no encuentran el sentido de su existencia.
“Suponemos que el puente servirá para otros proyectos que se desarrollen en el futuro.
“Nos han dicho que quieren hacer un parque ecológico, pero eso es muy gracioso, porque tendríamos que destruir todo lo que se hizo adentro, y eso tomaría mucho tiempo”, comenta Alejandro, quien laboró por tres años en la construcción de Texcoco.
En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México percibió cómo la mayoría del espacio donde se iba a levantar el aeropuerto ha quedado vacío; apenas se detecta movimiento humano y las máquinas ya fueron retiradas.
La muerte de la terminal aérea de Texcoco ha sido lenta, coinciden trabajadores consultados, quienes dicen que podría extenderse hasta finales de este año, fecha en la que se terminará de construir el puente donde participan Alejandro Gaona y su compañero Iván, quien pidió reservar su apellido.
“La decisión de cancelar el aeropuerto representó dinero tirado a la basura, los granitos de arena que todos pusimos ya se fueron a la basura, a pesar de que esta construcción era un ingreso muy fuerte para las familias”, dice Iván.
La agonía de esta obra también es la de las miles de personas que se quedaron sin empleo.
Alejandro e Iván se dicen afortunados porque cuando se anunció la cancelación de la infraestructura se tardaron un mes en conseguir un nuevo trabajo.
“Durante dos años y medio trabajé en el aeropuerto. Ahí me pagaban 2 mil 300 pesos a la semana y en la construcción de este puente me pagan la mitad.
“Las condiciones del trabajo sí cambiaron mucho”, reclama Iván, quien debe mantener a su esposa y a sus hijos.
A pesar de que el puente que está ayudando a construir se ubica a sólo unos metros del terreno de la obra de Texcoco, el joven obrero perdió las prestaciones que recibía por participar en la edificación de uno de los proyectos más grandes de los últimos años.
Y aunque la construcción del aeropuerto sólo se movió de lugar, muchos de los trabajadores de Texcoco siguen en desconcierto porque no se les ha informado si habrá un espacio para ellos en Santa Lucía, por eso prefieren mantenerse donde están ahora, trabajando en un proyecto que se niega a morir.
Sin nada que construir, los animales del lugar se han apropiado del terreno y la vegetación se ha extendido por varios metros sin nadie que se lo impida.
Quienes siguen trabajando ahí compartieron que las construcciones que se llevan a cabo se limitan a proyectos complementarios; por ejemplo, los puentes que servirían para dar acceso a los automóviles al aeropuerto. Esto ha ocurrido porque algunas personas tienen contratos vigentes con el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM).
El panorama actual contrasta con el ambiente que se vivía anteriormente: “Era un hormiguero allá adentro, se trabajaban las 24 horas del día, pero a partir de que se dio el anuncio de la cancelación todo se vació. Todavía hasta diciembre había varias personas laborando en las pistas”, menciona Alejandro.
El trabajador también recuerda cómo las estructuras de acero y los materiales de construcción, que hoy se encuentran olvidados en el suelo, eran trasladados de un lado a otro con máquinas pesadas o en los hombros de las 80 mil personas que laboraban ahí.
Lo que no ha cambiado son las entradas al terreno, donde elementos de la Policía Federal y de instituciones de seguridad del Estado mexicano ahuyentan las miradas curiosas de quienes se acercan a observar la zona. El área donde se podían tramitar permisos para entrar al terreno y conocer la evolución del desarrollo, ahora impide cualquier tipo de visita.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), consultada por El Gran Diario de México para poder entrar al lugar, indicó que todas las visitas fueron suspendidas hasta nuevo aviso.