Este esquema es el resultado del aislamiento personal, inseguridad y cibercomunicación

Raúl Valadez Azúa, del instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advirtió que manejar a los ‘perrhijos’ bajo pautas similares al cuidado de una niña o un niño puede causar trastornos psicológicos tanto en humanos como en las mascotas.

Es importante destacar que el siglo XXI trajo consigo una nueva corriente en la relación hombre-perro, que se caracteriza por pautas equivalentes al cuidado de un menor de edad.

Este esquema, favorecido por el consumismo e individualismo, es el resultado del aislamiento personal, la inseguridad y la cibercomunicación, lo que puede llevar a trastornos psicológicos tanto en los individuos como en los perros.

Cuando alguien trata a un perro como si fuera un humano rompe con la interacción hombre-perro, que se formó desde hace 20 mil años. Introducir a un animal a un esquema que no es parte de su esencia afecta su perspectiva y es incapaz de procrear, lo que provoca que no reconozca a los miembros de su especie, señaló el experto.

Agregó que a partir de la década de los 80 los perros se convirtieron en un artículo de comercio, pues al adquirir uno también se compra gran cantidad de objetos para él, lo que se reforzó cuando aparecieron en películas donde eran los protagonistas.
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Durante la conferencia “Ensamble vida de perros. Acercamientos Interdisciplinarios a las presencias caninas en la historia”, en el marco del Seminario de Investigación Avanzada Estudios del Cuerpo”, Azúa precisó que los perros son animales domésticos cuya historia se funde con la del hombre en tiempo y profundidad.

En el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), Raúl Valadez expuso que el fósil más antiguo de un cánido data de hace 33 mil 500 años, encontrado en las montañas de Altrai, en el centro de Asia.

La evidencia de actividad humana a su alrededor es mínima, lo que reafirma la teoría de que la evolución de lobo a perro ocurrió a causa de la adaptación al territorio del hombre, no obstante, evidencias científicas señalan que la interacción se hizo más estrecha cuando comenzaron a compartir actividades como la cacería, así como el alimento y el territorio.

El perro (Canis lupus familiaris) es una subespecie del lobo y producto de la progresiva adaptación a los humanos, el principal motor de esa modificación fue la obtención de beneficios como alimento y refugio.

El experto de la UNAM dijo que en esta sociedad, el hombre siempre fue líder, condición que los perros reconocen sin dificultad, “salvo que el primero carezca de habilidades o ceda el liderazgo”.