Un automóvil es un entorno cerrado y, por tanto, arriesgado para la transmisión del Covid-19. Ahora, un nuevo estudio constata que la forma más segura de viajar para dos personas es con todas ventanillas bajadas y el pasajero sentado lo más lejos posible del conductor.
Es decir, en el asiento trasero del lado opuesto, apunta este trabajo publicado en “Science Advances” y realizado a partir de simulaciones computacionales.
En concreto, Varghese Mathai, de la Universidad de Massachusetts, y sus colegas descubrieron que con esta configuración se creaban dos flujos de aire distintos en la cabina del coche, separados a lo largo de la línea media del automóvil y moviéndose -quizás de forma contraria a la intuición- desde la parte trasera hacia la delantera.
Esta disposición de flujo de aire separado es la más eficaz para reducir la transmisión de las gotículas infecciosas del conductor al pasajero o viceversa en las simulaciones por ordenador.
El escenario más arriesgado
Sin embargo, reconociendo que una configuración tan ventosa puede ser menos deseable para muchos viajeros, los investigadores también probaron el escenario opuesto -las cuatro ventanas hacia arriba- así como otros cuatro escenarios con una o dos ventanas cerradas.
El escenario totalmente cerrado, basado únicamente en un flujo de aire simulado y no recirculado del sistema de aire acondicionado del automóvil, era el más arriesgado de los seis y supone el mayor riesgo de transmisión de las gotículas del virus.
Viajar con tres ventanas abiertas fue mejor que sólo con dos ventanas bajadas, aunque los investigadores descubrieron que elegir qué ventana cerrar puede, de hecho, ser muy importante.
En los escenarios que simulaban un conductor o un pasajero infectado, el cierre de sólo la ventana más cercana a la persona no infectada confería la mayor protección, sólo superada por el escenario con las cuatro ventanas abiertas.
Simulaciones útiles para el transporte público
Los autores señalan que sus simulaciones, basadas en un turismo, pueden no reflejar con precisión la dinámica de la circulación del aire en otros vehículos como camiones, monovolúmenes y automóviles con el techo solar abierto.
También observan que sus modelos pueden pasar por alto algunos otros matices del flujo de aire y los tiempos de residencia de las partículas que pueden resultar, por ejemplo, de fuertes vientos cruzados o de otras condiciones excepcionalmente ventosas.
No obstante, los científicos llegan a la conclusión de que “estos resultados tendrán una fuerte influencia en las medidas de mitigación de la infección para los cientos de millones de personas que conducen automóviles de pasajeros y taxis en todo el mundo, y podrían dar lugar a enfoques más seguros y de menor riesgo para el transporte personal”.