En el puente que une a las colonias Miraflores y Atizapán 2000, en el municipio de Atizapán de Zaragoza, las historias de atracos se cuentan por miles.
Las mujeres de la zona han perdido dijes de oro, aretes, dinero y algunas de ellas no se han salvado de las lascivas manos de sus asaltantes. Mientras que a los hombres les quitan los zapatos, los tenis u otras prendas de vestir.
Pese a la inseguridad en este puente que por cierto cruza la autopista Champa Lechería, la vigilancia policial prácticamente es inexistente.
Y es que de acuerdo con el testimonio de los vecinos, de vez en cuando una patrulla realiza sus rondines, pero esto ocurre tres veces por semana.
Jonás, un muchacho preparatoriano de 16 años de edad, señala que no hay una hora para que los asaltantes se dispongan a despojar de sus pertenencias a los usuarios del puente. Pero tampoco, dice, se trata solo de un asaltante sino de varios en diferentes días.
El graffiti le da un peor aspecto a esta estructura muy útil para los habitantes de las dos colonias. Y es que del lado de la Atizapán 2000 están las escuelas y del lado de Miraflores la mayor parte de tiendas de abarrotes y sobre todo la ruta del transporte público.
“Así que estamos condenados a pasar por este puente”, sentencia la señora Enriqueta, mientras cruza agradeciendo en que a esa hora no estuvieran los asaltantes.
Los vecinos coinciden en decir que el incremento en el número de robos en el puente puede estar relacionado con aumento en el número de jóvenes de ambas colonias que consumen “monas”, es decir estopas repletas de solvente.
Y parece que es cierto, pues en las barrancas, en las orillas de las calles, en los montones de basura en el pavimento aparecen latas amarillas de un limpiador de metales, mismo que utilizan algunas personas para drogarse.