El infierno de vivir con un exfuncionario golpeador de Veracruz

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La golpiza del viernes pasado fue una de tantas del hombre identificado como Aureliano Castillo Toribio, quien amagó con aparecer a su esposa en una bolsa negra.

La amenaza fue clara y contundente: “Si no me dejas de molestar, vas aparecer en una bolsa negra, ¿eso quieres?, conozco a quien lo puede hacer”. El miedo se introdujo en Dámariz Díaz Pascual, pero el hartazgo por las constantes vejaciones fue mayor y decidió poner fin a la serie de agresiones cometidas por parte de Aureliano Castillo Toribio, ex director de Limpia Pública en el ayuntamiento de Coatzacoalcos.

En los últimos cinco años, según datos del gobierno federal, más de 22 mil mujeres han sido víctimas de una agresión de este tipo. 4 mil corresponden a violaciones y más del 80 por ciento de esos ultrajes son cometidos por cercanos al entorno de la víctima: papá, hermanos, primos, la pareja, compañeros de trabajo, etc.

“Si no me dejas de molestar, vas aparecer en una bolsa negra, ¿eso quieres?, conozco a quien lo puede hacer”, fue la amenaza más fuerte que lanzó Aureliano Castillo Toribio contra su propia esposa, Dámaris Díaz Pascual.

Se trata ex director de Limpia Pública en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, dado de baja este fin de semana tras saberse que lleva años dando mala vida a su esposa, madre de sus dos hijos.

En entrevista Dámariz Díaz Pascual dice que decidió romper con la cadena de agresiones que padece desde hace cuatro años por amor propio y por temor a que le pasara lo mismo que a su mamá, Araceli Díaz, quien fue asesinada en su casa, en Dunas, el 2 de agosto de 2014, presuntamente, por quien era su pareja.

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“A veces él también me decía eso, que lo dejara de molestar con mis problemas, cuando peleábamos, me amenazaba diciendo que me podía pasar lo que a mi mamá, me decía que si no me daba miedo terminar igual que ella”, relató.

La mujer expresó que la golpiza del viernes pasado fue una de tantas. Sumadas están las humillaciones a las que este ex empleado del ayuntamiento la sometió, tanto económicas como sicológicas.

“En una ocasión, nos peleamos y él se fue de pedo, al regresar, en la madrugada, yo lo escuché en la azotea, al subir, él estaba con una prostituta. Como me vio, lo interrumpió (el coito), y se me fueencima”.

“Me tomó de los pelos, me comenzó a decir que para que me metía en su vida. Que lo dejara en paz, que dejara a mis dos hijos”

“De allí me metió una cachetada, me hizo arrodillar y que le pidiera perdón: perdóname, Aurelio por haberme metido en tu vida’. Se lo tuve que decir”.

“Luego, me metió al cuarto y me siguió golpeando. Allí dentro me hizo decirle, ‘gracias Aurelio por la cachetada y el puñetazo”.

Cuando todo parecía calmarse en esa agresión, “me tomó del cuello y me dijo, “te quieres callar, o quieres terminar como la ·$%%& de tu mamá”.

Araceli Día Pascual -dice la víctima- fue encontrada sin vida en su casa de Coatzacoalcos a mediados del 2014, le habían cortado la respiración y tenía golpes en todo el cuerpo. Había moretones recientes y marcas de algunos más viejos, lesiones que son comunes en los cuadros de feminicidio.

La familia inmediatamente señaló a la pareja sentimental por esa agresión que hasta la fecha sigue en la impunidad. “Lo comentamos a la policía sobre las sospechas, pero no se ha hecho nada. No investigaron”, relata la hija que ahora se aferra con valor a sostener la denuncia 389/2015 de la Agencia Especializada de Palma Sola.

Dámariz Díaz Pascual se suma a las estadísticas de agresiones sexuales en Veracruz.

En los últimos cinco años, según datos del gobierno federal, más de 22 mil mujeres han sido blanco de una agresión de este tipo. 4 mil de esas agresiones, corresponden a violaciones, y más del 80 por ciento de esos ultrajes, son cometidos por cercanos al entorno de la víctima, papá, hermanos, primos, la pareja, compañeros de trabajo, etc.

Dámariz Díaz Pascual sabe lo que son las peores humillaciones a lado de un hombre, en su momento, él la obligó a vivir bajo el mismo techo que su amante.

“Me la llevaba a casa, allí la tenía y aveces si salíamos, era con ella o no salíamos. Su mamá le toleraba todo y a mi me pedía que me fuera. ‘Hija, vete como una dama, en silencio, sin escándalos, eres la mamá de sus hijos, salte de la casa, no lo denuncies’”, le aconsejaba la suegra.

“Él no se tocó el corazón para golpearme incluso estando embarazada, así atentó contra mi vida y contra la del bebé de los dos que yo traía en el vientre, ni estando así me respetó”, cuenta.

La víctima dice que esta vez, llevará su denuncia las ultimas consecuencias.

Que han pasado muchas noches y días de temor, pero que ahora sí quiere sostener su denuncia ante las autoridades para que se haga justicia, y pide a las mujeres que lean esto, no tener miedo y atreverse a denuncia para superar la violencia doméstica.

 

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