El asesinato de la trabajadora del DIF en Toluca y otros casos similares sin resolver

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No más de 50 minutos bastaron para que Juana Degollado Serrano, educadora del DIF estatal, fuera levantada por un vehículo extraño a las afueras de su lugar de trabajo, ubicado en las cercanías del cruce de vialidad Las Torres y Paseo Colón en Toluca; trasladada hasta unos sembradíos ubicados sobre la Calzada al Pacífico, donde fue abandonada luego de lesionarla en todo el cuerpo con una punta de arma blanca, ahí sufrió su agonía para después fallecer en el hospital.
Con la pena de haber perdido ya a dos de sus hijos, víctimas de la delincuencia, Imelda Serrano toma fuerza para despedir a su hija Juanita, como le decía de cariño, pero aún sin entender el porqué de lo sangriento de su muerte.
Desde el miércoles, el cuerpo de la educadora de 44 años, fue velado por sus familiares, hermanos y su esposo Santiago, una vez que sus restos fueron recogidos del Servicio Médico Forense de la Procuraduría; este jueves se le celebró una misa de cuerpo presente para que sus compañeros y amigos pudieran despedirse de ella.
En el patio de su casa, en Santiago Tlacotepec, desde el martes sobre la caja donde descansaba su cuerpo, fue colocada una fotografía y flores para los rezos, previo a ser sepultada este viernes.
Ahí, en medio del luto, Imelda dio su versión de lo ocurrido, aún con lágrimas por la tristeza de la saña con que fue asesinada su hija, también reveló que es el segundo hijo que se le va, pues recordó que en 2011 su hijo menor desapareció al salir de su trabajo y desde entonces nunca se supo de él.
“Todavía mi hija tuvo la fuerza para llamarle a su esposo y le dijo, así como estaba toda martirizada: ¡Santiago, ven pronto que me estoy muriendo! Y su esposo cuando llegó la encontró muy lastimada, ya casi muerta”, relató la mujer sentada en una de las sillas dispuestas en el patio de su casa para los asistentes.
Velorios
De acuerdo con lo relatado por Santiago, esposo de Juana, el lunes a las 16:04 horas la educadora le llamó para informarle que acababa de salir de su trabajo en la guardería Flor de María Reyes de Molina adscrita al DIFEM, ubicada en la colonia Villa Hogar; posteriormente a las 16:45 horas volvió a recibir otra llamada mientras manejaba, era nuevamente su esposa Juana, quien le solicitaba auxilio para que fuera a recogerla a un terreno de milpas en la Calzada al Pacífico.
Entre las cortas palabras que su esposa le detalló a Santiago, le pudo decir que la habían asaltado y estaba malherida, conversación que duró sólo unos segundos.
“Cuando yo llegué al sembradío donde estaba, en el lugar ya había una ambulancia de la Cruz Roja y una patrulla, ellos me entregaron su teléfono y una foto de mi esposa, la encontré muy herida, ustedes cuando publicaron la nota mencionaron que sólo eran diez perforaciones, les puedo decir que fueron más de 35 heridas en todo el cuerpo, se ensañaron con ella”.
“No sé cómo tuvo fuerza para llamarme porque uno de los piquetes que le hicieron con las puntas lo tenía en la garganta, por eso sólo pudo resistir hasta el hospital antes de morir”, reveló el esposo de la educadora.
Incrédulo de la justicia y de lo que informan los medios, el hombre robusto y de estatura regular, en su voz firme recrimina la visita que se le hace, pensando en que sólo se acude por una buena historia y no en apoyo para buscarle justicia a su esposa; le parecen una burla las preguntas que se le hacen pero responde, pues al igual que el resto de la familia de Juana, el quedarse en silencio les ayudará menos a que las autoridades volteen a revisar su caso.
La familia, entre las pocas interpretaciones que en estos momentos puede razonar sobre los hechos, es que no se trató sólo de un asalto, pues el celular no le fue arrebatado y al salir de su trabajo no portaba ni efectivo ni accesorios de lujo, sólo el efectivo necesario para su pasaje.
No había mucho que robarle por eso nos extraña todo, mi hermana siempre era una persona sencilla, vivía de su trabajo y nada más”, recordó Reyna, una de sus hermanas.
Casos similares sin resolver:
Abogados
Apenas en semanas pasadas, una historia similar a la de Juana se registró en Toluca con la muerte de Adriana, una joven de 34 años, madre de cinco hijos y quien fue hallada muerta el pasado 17 de mayo en el cerro del Toloche; ambas historias comparten que los minutos antes de fallecer, las dos mujeres sufrieron el horror de ser torturadas.
Casos similares de este inicio de año, son los hallazgos de dos mujeres el 2 y el 3 de enero, una en las orillas del río Tejalpa en la delegación de Calixtlahuaca y el otro a espaldas del fraccionamiento Las Bugambilias.
Se suma el caso de Beatriz Alondra, joven de 20 años, desaparecida el 16 de enero en la colonia Morelos al salir de una estética, y quien dos días después fue hallada muerta en el fondo de un río.
Parte de esta lista sin resolver, lo compone también la muerte de una doctora al interior de su domicilio en el desarrollo habitacional de Villas Santín; los cinco casos ocurrieron en Toluca y aún permanecen sin resolver.

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