Cine y palomitas son dos conceptos que van de la mano.
Es difícil imaginar la experiencia de asistir a un complejo de salas de cine, sea multiplex o independiente, sin atravesar por el seductor aroma que las palomitas dejan en el aire, pero este maridaje no fue de origen, sino circunstancial.
Desde mediados del siglo XIX las palomitas ya se habían colocado como snack consentido del estadounidense, dado su costo accesible y rápida preparación que no requería instrumentos complejos. El alimento cobró una popularidad considerable sobre todo en sitios de entretenimiento masificado, como ferias y circos.
No obstante este marcado gusto, los dueños de cines estaban negados a permitir en sus recintos la venta y consumo de palomitas. Querían preservar la solemnidad detrás del término “movie theater” y apegarse a los principios de los teatros, en los que comer al interior de la sala estaba prohibido.