Se reconstruye, con base en el expediente judicial, el caso de un joven que el pasado julio mató a tres hombres por sobrepasarse con su novia. A dos les cortó las manos y orejas; del otro se comió el corazón.
Eran casi las ocho de la noche del pasado 28 de julio. Los señores de traje le preguntaban cosas y ella, aunque sabía lo que había pasado, prefería no contestar: hacerlo significaba terminar su relación con Daniel y, muy probablemente, debería regresar a su casa a lado de su madre.
Pasaban de las tres de la tarde cuando un vecino que caminaba por la zona vio una protuberancia extraña en un terreno baldío; se acercó un poco y el olor a putrefacción fue evidente. Sólo alcanzó a ver pedazos de carne y decidió alejarse. Siguió caminando y encontró una patrulla, a cuyos tripulantes les contó lo que observó.
En el MP, Jessy comenzó a quebrarse. Ya estaba cansada y el efecto del tíner que había inhalado comenzaba a disiparse. Las personas de traje eran muy insistentes y pensó que si decía todo regresaría al cuarto con Daniel: “Mató a los tres porque querían sobrepasarse conmigo. Siempre me protegía y por eso me fui a vivir con él”, confesó finalmente.