Después de breves vacaciones Manlio Fabio Beltrones reaparece para dar una conferencia magistral a dirigentes del PRD y algunos del PT. Una exdiputada del PT de plano se quita la máscara y le dice tal y como lo reconocían los opositores de “izquierda” en la Cámara de Diputados y los asistentes a tan magistral charla: “El Jefe Beltrones”.
El tema es sobre el “Gobierno de Coalición”. Y el ahora gurú de la “izquierda inteligente”, que de tanta inteligencia está en proceso de extinción, parte de una verdad de Perogrullo: El sistema político está agotado.
Cualquier distraído estudiante de ciencias sociales, por no decir expresamente de ciencias políticas, sabe que desde los años 70s del siglo pasado vivimos un fin de régimen interminable. Que desde 1977 hasta la fecha le han dado vida artificial con reformitas, reformas y reformones electorales. Que han sido contrarrestadas con fraudes perpetuos.
Fraudes electorales que entre 1983 y 1987 fueron aplicados sistemáticamente contra el PAN. Y de 1988 a la fecha contra la izquierda. Para mantener vivo al régimen político caduco le han puesto parches, muletas para andar, silla de ruedas para moverse, prótesis a miembros amputados, transfusiones de sangre, salvado de infartos y de embolias. Cada que el régimen es ingresado al hospital, en terapia intensiva, le recetan una reforma política en dosis variada.
Hoy, sin embargo, el régimen político está entubado y en fase terminal. Aun así, sus gurús médico-políticos se la siguen ingeniando para prolongar otro rato su vegetativa existencia. Hoy el PRIAN prepara otra reforma política a modo, para seguir evitando el cambio político que México necesita. Y abortarlo, de ser posible en definitiva, eso quisieran.
Pero en este momento no tienen una visión homogénea. El PAN tiene en mente una reforma a la legislación electoral para establecer una segunda vuelta, pues al ser la principal fuerza de las derechas que se perfila para competir el 2018, piensan arrastrar en la segunda vuelta el apoyo del PRI y del PRD y los aliados menores de ambos para enfrentar a AMLO y derrotarlo.
El PRI sabe que, si acepta la segunda vuelta, el tercer lugar que va perfilando para el 2018 se achicaría más en la perspectiva que el electorado de derecha vea más viable al PAN. El PRI correría el riesgo de desdibujarse del escenario y ver achicada su presencia en el Poder Legislativo. Y sin presencia en el ejecutivo federal.
Para el PRD el escenario es parecido al del PRI. Si el PRD presenta candidato propio con menor vuelo que el del PAN también se achicaría igual que el PRI desde la primera vuelta y en una eventual segunda vuelta solamente ayudarían al PAN a completar su mayoría. Sin compromiso de integración en el gobierno. Cosa que ya le ha pasado al PRD en sus “alianzas” con el PAN.
Por eso Beltrones establece con claridad meridiana su propuesta: “si en 2018 ningún candidato obtiene al menos el 42 por ciento de los votos, ni mayoría en las Cámaras, el ganador estaría obligado a formar un gobierno de coalición con otras fuerzas políticas”.
Y lo más importante en el esquema de Beltrones: “el ganador tendría que registrar ante el Congreso un programa común de gobierno y una agenda legislativa. Además, el gabinete tendría que ser aprobado por el Congreso, con excepción de los titulares de la Defensa Nacional, Marina y Seguridad Pública”.
De quedar establecido en la ley el Gobierno de Coalición, para las fuerzas de la derecha, en la eventualidad de que la candidata del PAN fuera la más votada, para hacer mayoría y tener gobernabilidad tendría que incorporar a sus aliados de derecha: El PRI, PVEM Y PANAL, el PRD y los otros partidos menores que se les integren.
Pero igual sería si el vencedor fuera el candidato de MORENA, los tendría que incorporar al gobierno para tener “mayoría y gobernabilidad” y para no ver obstruido su gobierno tendría que negociar “programa de gobierno y agenda legislativa”, es decir, le amarrarían las manos que el elector le abría dejado sueltas para ejercer su propuesta. Vivillos desde chiquillos.
En cambio, en el esquema de segunda vuelta electoral los bloques, las alianzas y los compromisos de gobierno quedarían establecidos desde antes de que el electorado vote. Esto es, los electores saben qué alianzas y qué proyecto está votando. Además, en una segunda vuelta entre los candidatos de MORENA y del PAN hay probabilidades que parte del electorado del PRI y del PRD se inclinen más por MORENA que por el PAN.
La propuesta de Beltrones es añeja, la viene manejando desde al menos 10 años. De hecho, el Pacto por México está pensado en la lógica de los gobiernos de coalición, que ya están establecidos en la ley, pero no son obligatorios, son opcionales. Solamente que ahora tiene dedicatoria más precisa, y la dijo a los Galileos del PRD, que por supuesto la comparten plenamente.
Georgina Morett en El Financiero la observó con precisión: “Beltrones ha asegurado que, con los gobiernos de coalición dejaremos atrás a los partidos políticos dominantes o pequeños y a los caudillos iluminados, que es precisamente lo que buscan muchos priistas, que podrán unirse a su propuesta para evitar el desmoronamiento de su partido”.
Lo real es que sea por la segunda vuelta o por la vía de gobierno de coalición, los gurús del PRIANRD no pueden dormir, se la pasan pensando en cómo descarrilar el ferrocarril de AMLO que va rumbo al 2018.
Pero por angas o por mangas tanta preocupación y materia gris mal utilizada, da a entender y a comprender la dimensión del sunami y terremoto que ahora sí, literalmente, está moviendo a México. El cambio tan negado y urgente. Parece que ahora sí, nadie lo para.