Durante los noventa, “la quebradita” era un género musical que rápidamente se popularizó entre la mayoría de los jóvenes de aquellos años. Muchos la bailaban con sugerentes bailes que incomodaban a la moral más conservadora de la sociedad toluqueña; pero no fue pretexto para que su popularidad creciera como la espuma.
Como era de esperarse, muchos vieron la oportunidad de hacer negocio y comenzaron abrir centros de diversión donde se tocaban y bailaban los “éxitos del momento”, quizá el más popular en Toluca fue el llamado “Rodeo Santa Fe”, que estaba ubicado en la avenida Alfredo del Mazo, a un costado de la entrada a San Lorenzo Tepaltitlán, siendo más precisos.
Cada ocho días, el recinto se abarrotaba, las filas para ingresar parecían un peregrinar; pero no impedimento para los jóvenes que esperaban ansiosos disfrutar del baile, hasta que una noche, mientras se escuchaba el éxito del momento, entró por la puerta un sujeto que rápidamente captó la atención de todos, principalmente de las mujeres. “Era un hombre alto, poseía una mirada penetrante, usaba botas y sombrero, además vestía ropas entalladas que suponían estaba bien ejercitado“, asegura una persona que asistió esa noche.
Aquel desconocido se fue directamente a la barra, solo y no perdiendo detalle de lo que sucedía, se dirigió hacia una joven, la invitó a bailar y en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en medio de la pista bajo la mirada de los asistentes.
Al son de la música, los brazos del desconocido rodearon por completo la cintura de la joven mujer; la situación puso nerviosa a la mujer, quién trastabilló un instante y de forma accidental pisó una de las botas de su pareja.En ese momento, el miedo se apoderó de ella y tan sólo se escuchó un grito; todos voltearon rápidamente y se dieron cuenta que uno de los pies de aquel hombre tenía la forma de una “pata de chivo”; horrorizados, todos se quedaron pasmados por unos segundos y enseguida el suministro eléctrico falló, todo era obscuridad y confusión; segundos más, segundos menos regresó la luz y la joven fue encontrada tirada e inconsciente en el centro de la pista de baile. Paulatinamente, el ambiente fue llenándose de un fétido olor a azufre.
Desde ese momento, aquel lugar fue perdiendo clientes y en un par de meses cerró. Algunos aseguran que la joven cayó en estado de coma del cual nunca se recuperó y de aquel caballero que acaparó las miradas aquella noche, jamás se supo nada.