La estrategia Trump para México

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Donald Trump será desde el próximo 20 de enero el nuevo Presidente de Estados Unidos. Después de lamentaciones y mentadas, lo cierto es que México tiene que seguir trabajando con nuestro principal socio comercial y estratégico y tendremos como país que asumir que existen compromisos que tendrán que tomarse para seguir teniendo ese estatus. Otra opción no es viable.

Quizás las cosas con Trump no serán tan diferentes. En estos días ha dicho que no eliminará por completo el Obamacare, el programa de salud pública que tanto criticó en su campaña; respecto a los migrantes dijo que lo que quiere es expulsar a los que son delincuentes, tienen antecedentes penales, trafican con drogas o son pandilleros, entre dos y tres millones de personas, exactamente lo mismo que ha hecho Barack Obama, que deportó a unos tres millones de migrantes, por esas mismas causas, a lo largo de estos ocho años. Respecto al muro, dijo que alzará vallas en algunas zonas y quizás muros en otras, pero en realidad lo que está diciendo es que mejorará y ampliará la valla que ya existe en buena parte de la frontera.

Si éstos no eran los verdaderos temas estratégicos de Trump, ¿cuáles son entonces? El equipo de Trump está pensando, sobre todo, en un esquema geopolítico distinto, y a partir de eso su verdadera agenda está en una guerra comercial con China. Para Trump el problema no es México y, al contrario, lo requiere como aliado en esa confrontación que cree inminente.

¿Cuál es el ejemplo que el equipo de Trump utiliza para mostrar por dónde debe ir el cambio estratégico en su relación tanto con México como con Canadá? El déficit comercial de Estados Unidos con México es, grosso modo, de unos 50 mil millones de dólares anuales. El déficit comercial de México con China es de 50 mil millones de dólares anuales. En otras palabras, esos 50 mil millones que nos deja de beneficio la relación con la Unión Americana no terminan alimentando la economía mexicana y fortaleciendo la relación comercial con EU, sino en las arcas chinas.

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¿Qué es lo que propondrán? No es desaparecer el Tratado de Libre Comercio, sino darle una vuelta de tuerca: acrecentar la relación con Estados Unidos, tanto de México como de Canadá para crear una zona estratégica aliada que le permita avanzar en la confrontación económica y comercial con China y los movimientos que ello provocará a nivel global. En nuestro caso eso implicaría cambiar flujos comerciales y apostar por otro tipo de diversificación, incluso en algunos casos en el Pacífico (luego de una readecuación similar que la administración Trumppedirá a Corea del Sur y a Japón), pero también en la relación con EU y sobre todo en nuestros propios procesos productivos.

Si se decidiera adoptar el camino que nos propondrá la administración Trump, no sólo tendremos un tratado comercial 2.0, sino que también tendrán que tomarse otras medidas. Por ejemplo, en el ámbito energético, tendrá que avanzarse seriamente en la conformación de algo que en los hechos ya existe: un mercado energético regional con Estados Unidos y Canadá; si comienzan a cerrarse los lazos con China, sobre todo como proveedor de productos manufacturados, pero también como inversor en grandes proyectos (como lo hubiera sido el tren a Querétaro que ya había generado profundo malestar en Washington mucho antes de que Trump fuera siquiera candidato, cuando casualmente estallaron los temas Ayotzinapa y Casa Blanca), se tienen que buscar actores regionales o incluso nacionales que cumplan ese papel.

En términos de seguridad, muchos de los precursores químicos que se utilizan para la producción de drogas sintéticas que se exportan a Estados Unidos provienen de China, y esto será uno de los capítulos que deberían ser cerrados. Eso implica mayor seguridad fronteriza que será asumida por Estados Unidos, pero también por nosotros. Un tema importante en la campaña electoral fue el alto consumo de heroína en varios estados de la Unión Americana. Esa heroína proviene de Guerrero y del triángulo dorado (Sinaloa, Chihuahua y Durango), será imprescindible cortarlo y tendremos una propuesta similar al plan Colombia para hacerlo. Sigue estando vigente la preocupación, que ya existía, de que el territorio mexicano pueda utilizarse para ataques terroristas.

Si van dándose estos procesos, se trataría de establecer mecanismos similares a los que se tiene con Canadá de trabajadores migrantes temporales, asumiendo que son más que necesarios para la economía estadunidense.

Por lo pronto se necesitan interlocutores con el equipo de Trump y el único de alto nivel que tiene México en ese ámbito es Luis Videgaray. No sé en qué posición, pero Videgaray debería ser el interlocutor directo, la vía de comunicación para procesar todo este cambio estratégico con la futura administración Trump.

Ésta es la realidad con la que tendremos que trabajar. Podemos adaptarnos a ella o ignorarla, buscar sus beneficios o asumir sus costos. Debemos decidir y hacerlo pronto.

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