A los diputados mexicanos poco les importa que su nación sea víctima de la desigualdad extrema, pues la dieta que perciben, la promueve. En efecto, los representantes en la Cámara baja son quienes mayores ingresos tienen, medidos en función de la riqueza que generan sus habitantes (PIB per cápita), así como del sueldo mínimo de éstos dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En la cámara de diputados establecen que el salario mínimo que percibimos los mexicanos son justos, para un trabajador por los servicios prestados en una jornada de trabajo, y que se deben acostumbrar al salario mínimo ya que .alcanza para las necesidades indispensables.
Los ciudadanos de México son quienes más horas al año dedican al trabajo entre sus similares de los países OCDE (2,228). Y aunque han sostenido mejoras en su productividad por lo menos desde 2003, su ingreso familiar sigue siendo el más bajo del grupo (12,850 dólares).
Mientras, las menos de 700 horas que laboran en los 195 días que componen su jornada anual ordinaria ubican a nuestros diputados como los menos productivos entre los países OCDE, como bien publicara The Economist con base en el trabajo de María Amparo Casar Pérez, quien también revela que el ingreso anual de estos legisladores ascendía a 213,600 dólares, sólo por debajo de sus homólogos chilenos.
Sin embargo, los ingresos que tienen los diputados mexicanos son hasta 12.55 veces mayores al PIB per cápita de los mexicanos, la relación más alta de la OCDE. Además, si los ingresos de los diputados son comparados con el sueldo mínimo, recordando que en México 45% de los trabajadores tiene una remuneración inferior a dos de minisalarios (ENOE I 2015), estos flamantes representantes del pueblo obtienen una dieta 124 veces superior, único cociente de tres dígitos dentro de los evaluados.