Las historias de las víctimas tras la explosión ocurrida en Tultepec, son desgarradoras. Pamela Romero Villanueva era una niña de 13 años, perdió a su madre y su cuerpo presentaba quemaduras en 92 por ciento.

La menor era una estudiante admirable, estaba en el cuadro de honor y era emprendedora, así que en vacaciones aprovechaba las fiestas decembrinas para vender cohetes a vecinos y familiares.

La joven se debatía entre la vida y la muerte, pues presentaba fallas en riñones, hígado y corazón. Se encontraba hospitalizada en el Centro de investigación y Atención a Quemados, localizado en el Instituto Nacional de Rehabilitación, sin embargo hace un par de minutos confirmaron su muerte.

Familiares esperaban un milagro: 

“Ya no vi a mi hermana. Le pido a Dios que Pamela se estabilice para que la puedan trasladar a Estados Unidos”, contó María de Lourdes Villanueva Ramírez, tía de Pamela.

Sus familiares afirmaron que el negocio de los cohetes era de la niña. Además uno de los primos aseguró: “Quería festejar Navidad con cohetes. Vendía ratoncitos, luces, canastitas. No quería asustar a su perro, porque lo quiere mucho, entonces compraba cohetes que no hicieran mucho ruido”.

Ilusiones:

Por su desempeño, la adolescente tenía una beca de la SEP, le gustaría ser médico y soñaba con su fiesta de 15 años.