Apenas unas horas de iniciada la semana, unas horas de iniciado el servicio del metro en la línea 12, los micrófonos se encendieron para informar que siguen las fallas.

Los usuarios esperaban el primer tren del día, los minutos pasaban y el “gusano naranja” no aparecía. Cruzaban la línea amarilla y asomaban al cabeza. Volteaban al reloj pero parecía que avanzaba muy rápido.

15 minutos después, la noticia inesperada. El sonido local: “Por fallas en la línea la marcha de los trenes será muy lenta, tomen precauciones”.

Algunos usuarios salieron de la estación para tomar un camión, otros taxi y los que traían justo para el pasaje, se quedaron a padecer las inclemencias.

Una señora se atrevió a gritar: “¡Que poca madre tienen!” Nadie le respondió. Sólo obtuvo las miradas de los demás usuarios, risas y algunos que asentaban con la cabeza.

Todos los comentarios en el mismo tono. Desde el aumento al boleto, hasta la posible caída de la Línea por estar mal construida. La gente enojada. Alguien muy disparatado se atrevió a decir que la línea tenía una maldición porque nada les salía bien.

Peor aún, avenida Tláhuac es un muladar. Luego de la remodelación por el metro quedaron dos carriles de cada lado, y justo hace unos días se instaló una feria a la altura de la estación San Andrés Tomatlán, hecho que provocó caos vial al tener que usar un lado de la avenida para los dos sentidos. Víctimas del desorden.

Una vez más, apenas semanas después de la apertura total de la Línea Dorada siguen las fallas, una vez más amanece inservible, una vez más los usuarios padecen y una vez más, a las autoridades no hacen nada.