«Fue aterrador pensar en eso, ese pequeño dispositivo me hizo esto en los pulmones». Las palabras de Adam Hergenreder en CNN están cargadas de dolor. El chico de 18 años de Gurnee, Illinois (Estados Unidos), es una víctima más de los cigarrillos electrónicos. Su vida se salvó por poco, pero el daño que sufrió su cuerpo ya no tiene vuelta atrás. Según le contó el médico que lo atiende, sus pulmones lucen como los de una persona de 70 años.
Su vida, irremediablemente, tendrá que adaptarse a una nueva realidad y a un físico afectado por el uso de este artículo, que fue presentado como el reemplazo «sano» de los cigarrillos pero ya acumula seis muertos por su consumo. «Antes era un luchador del equipo universitario y es posible que nunca pueda luchar porque es un deporte muy físico y mis pulmones podrían no ser capaces de soportar ese esfuerzo… Es triste», admite Adam, que el mes pasado debió ser hospitalizado por la gravedad de los síntomas.
«Primero comencé a vapear sólo para encajar, porque todos los demás lo estaban haciendo», recordó el chico que fumó cigarrillos electrónicos durante más de un año y medio, y agregó que los sabores le atraían, especialmente el de mango. Es que «no sabía a cigarrillo», el gusto era diferente y muy atractivo.
«Se despertaba por la mañana y fumaba con ese Juul (nombre de la marca) y luego tosía», dijo la madre de Adam, Polly Hergenreder. Para Adam todo era sencillo ya que podía comprarlo sin ninguna restricción: «No me pedían identificación».
«Lo aspiraba varias veces durante el día. Mi hijo estaba consumiendo una cápsula y media cada dos días, o un día y medio». Según los especialistas esto equivale a fumar muchos cigarrillos tradicionales en un día.
Luego, Adam pasó de vapear líquidos electrónicos de venta libre a vapear THC o tetrahidrocannabinol, que es el principal componente psicoactivo de la marihuana. Y el cuadro empeoró. Empezaron los escalofríos, cada vez más descontrolados. Después los vómitos. Fueron tres días vomitando sin parar. Alarmada, su mamá lo llevó al médico.
Los primeros especialistas vincularon el tema a una cuestión estomacal y le dieron otra clase de medicamentos, hasta que le preguntaron si consumía cigarrillos electrónicos. El chico lo admitió, le hicieron los estudios correspondientes y llegó la dura noticia sobre el daño en sus pulmones. «Si hubiera sabido lo que le estaba haciendo a mi cuerpo, nunca lo habría tocado, pero no lo sabía», aseguró Adam.
«Si su madre no lo hubiera llevado al hospital en los siguientes dos o tres días, su respiración podría haber empeorado hasta el punto de que podría haber muerto», dijo el Dr. Stephen Amesbury, uno de los especialistas que lo atendió.
«Es una enfermedad pulmonar grave, especialmente para una persona joven. Le faltaba el aliento, respiraba con dificultad», añadió Amesbury. «Era muy preocupante que tuviera un daño pulmonar significativo y posiblemente le queden algunos cambios residuales después de que se recupere de esto».
Hoy Adam continúa con su recuperación en su casa. Asegura que su condición mejor «día a día», pero todavía tiene muchas dificultades. «Aún me es difícil hacer actividades normales, como subir las escaleras. Todavía me quedo sin aliento», dijo.