Crónica de la llegada de “El Chapo Guzmán” al Edoméx
Era cerca de medianoche y la penúltima frase que escuché de uno de los pocos militares que resguardaba el perímetro del Altiplano fue “ya dile a ese fotógrafo que se vaya a la chin…”, acto seguido, un soldado como de 1.60 metros se acercó con gentileza para decir “señor, por favor ya no tomé fotos, retírese de favor”, sonreí, alcé mi cámara y probé bajar un poco más la velocidad para tener más luz en la composición, no se puede ser un buen reportero gráfico si no se va más allá de lo permitido.
Antes de que “invitarán” a retirarme y que todo el mundo volviera a enloquecer con la captura de uno de los mayores capos de México, el día marchaba en total calma, como transcurre siempre en la capital mexiquense. Justo cuando Enrique Peña Nieto daba su mensaje a los medios de comunicación, yo tomaba fotos de una volcadura frente al Parque Alameda 2000, sobre Las Torres, nunca hubiera imaginado que El Chapo regresaría y mucho menos tan pronto, incluso confesaré que tenía cierto morbo por ver su película, la cual tendría su primer trailer en próximos días.
Era la una de la tarde cuando revisé el móvil y entre los mensajes de un posible muerto en una colonia cercana al aeropuerto de la ciudad, estaba el tuit del presidente, donde mostraba el músculo del ejército y la pericia de todas las áreas de inteligencia del gobierno. Ante la incredulidad concurrí a los portales oficiales, periódicos en línea, agencias, al seguir con la duda, consulté las publicaciones de otros países, en efecto, era “positivo” como dicen los reporteros al confirmar un suceso. Ahora bastaba darle seguimiento y esperar que no lo trajeran a “deshoras” a Almoloya.
A las siete de la noche todo marchaba en que el capo sería presa de los “memes” en la red, las fotos que filtraron mostraban en su rostro, un hombre abatido pero sereno, como si supiera que todo eso tenía que pasar, pero no así de rápido, incluso suponía en mi lectura que estaría planeando de nueva cuenta un épico rescate, así de temerario se nos ha hecho Joaquín Guzmán Loera.
En la cabina de radio de la Subdirección de Emergencias del Estado de México, la plática con los paramédicos dejó el tema mainstream de la captura para fijarse en los playoffs o en el partido del Atlas, y de vez en vez retomaban el tema con suspicacia.
A las 10:30 todo estaba tan “muerto” en cuestión de servicios de emergencias que tuvieron que mandar a la unidad de rescate a una persona prensada hasta el kilómetro 53 de la autopista Toluca-Atlacomulco, justo a la entrada del municipio donde es oriundo Peña Nieto. Así que fuimos, al llegar al lugar sólo quedaba el puro “cascarón” de una van blanca con todo el frente deshecho, ahí recibí el mensaje de que traerían a El Chapo al penal de Almoloya. Subi rápido al auto y me enfilé rumbo al penal, en mi cabeza pensaba los ángulos para tomar los helicópteros, en que el pulso no fallara y como no tengo flash no quedarán “movidas”, pues ya me imaginaba a mi jefe diciendo “no, no éstas no sirven”, entonces todo mi trabajo valdría pura ma…, para ese momento ya cruzaba la entrada a Ixtlahuaca y los helicópteros ya habían maniobrado dejando la pesada carga dentro del Cefereso. Ni a 120 kilómetros pude alcanzar algo de eso. En el perímetro sólo quedaban un par de patrullas y unos policías federales congelados, crucé unas palabras: “ya agarraron al macizo”, a lo que reían y respondían “-ahora si ya no se nos va jefe”; “-no le haga, luego nos dejan sin noticias, mejor lo dejamos al azar”, quizá fue por esto último que algún militar me escuchó y decidió echarme cuando me acerqué a tomarles unas fotos para ilustrar las notas sobre la reecaptura. Sólo me pregunto si la película terminará aquí o es parte de la trama para que sigamos la secuela. Coming soon.