1. Triple transición de Jesús
Cuando Jesús decidió liberar a Palestina de las tres plagas que sufría su población –la ocupación romana, la explotación latifundista y la plutocracia-teocracia dominante– probablemente no sabía, que la cruz que asumía lo iba a acompañar hasta el fin de su vida. Entregado a su noble proyecto de triple liberación del pueblo, parecía tener un programa histórico de transformación, que con el apoyo de Dios y las mayorías podría realizarse exitosamente con palmas y laureles. Era un programa ético con demandas justas. ¿Quién, entonces, podía estar en contra? Empero, para no provocar al Leviatán, para no dar pretexto a la represión oligárquica e imperial, decidió llevar a cabo la Triple Transición de Palestina de manera democrática y pacífica. Resolvió, que de las dos armas reconocidas por las viejas escrituras judías –la espada y el verbo– el verbo iba a ser el medio de transformación. “Amor y Paz” el mensaje, la palabra y el ejemplo como medios. Y fue consecuente. Sólo una vez se apartó de este camino, empleando la fuerza “armada”. Es decir, una escoba, para sacar a la casta dominante del Templo de Jerusalén. El templo, que era la Bolsa de Valores de su tiempo, que controlaba el setenta por ciento de la economía del país.
2. Doble cruz del Nazareno
El precio que el carpintero de Nazareth iba a pagar por su proyecto de transformación, podía ser doble: triunfar con su revolución cultural y social pacífica y quedar como Jefe de Estado vitalicio, lo que significa entrar a una especie de esclavitud voluntaria; o, fracasar en el intento y compartir el destino del gran rebelde Prometeo: ser ajusticiado por la oligarquía dominante. En ambos casos, la misión elegida tendría un costo “aniquilador”, reminiscente del destino de los protagonistas de la tragedia griega. En el primer caso, el protagonista sacrificaría la libertad y autonomía individual para ser “siervo de la nación”: destino mitigado por “las dulces mieles del poder” (Fidel), pero, al fin y al cabo, siervo. En el segundo caso, el desenlace sería el martirio físico: el consummatum est en la cruz de la justicia de clase oligárquica-imperial.
3. El profeta en la selva darwinista
Las lecciones de la vida y muerte del reformador palestino, cuyo pueblo sigue siendo crucificado hoy día por el anglo-sionismo, son múltiples. Aquí cabe destacar sólo a dos. En primer lugar, es un grave error pensar, qué en un entorno social darwinista –la selva de la sociedad clasista que es el hábitat del homo sapiens contemporáneo– se puede transformar las estructuras de explotación y dominación tan sólo con la palabra, la ética y el procedimiento pacífico-democrático. En la jungla darwinista, la clave de la sobrevivencia y del cambio es el poder. Y, si bien Jesús tenía razón en pensar que el apoyo social, el carisma y la fuerza del verbo concedían poder, fue equivocado creer, que el poder cultural y social iba a ser suficiente para triunfar sobre la oligarquía y el imperio. Su ética pacifista lo llevó a la cruz física, donde murió como mártir de una causa justa.
4. “Yo ya no me pertenezco”
“Yo ya no me pertenezco, estoy al servicio de la nación…Tengo que cumplirle al pueblo de México…No odio a nadie, es amor y paz”, ha dicho AMLO en muchas ocasiones, expresando el ethos de la Cuarta Transformación de México, que encarna el ethos de Prometeo, Jesús, Gandhi, Rosa Luxemburgo y Fidel Castro, entre tantos otros demiurgos de la historia, cuyo karma refleja. Siendo parte de esta energía transcendente que forja el porvenir, actúa invariablemente bajo el omen (presagio) de la doble cruz del Nazareno. Su discurso no deja duda, de que está consciente, que su entrega a la causa del pueblo es la entrada voluntaria al vasallaje de la moral pública. En otras palabras, la renuncia a una vida privada y con plena autonomía. No tan claro es, sin embargo, si el primer Siervo de la Nación del Siglo 21 empleará adecuadamente la protección de la espada, para llevar a cabo su compromiso con el pueblo; o, si confía, que la palabra y el pueblo puedan salvarlo de la segunda cruz del mártir palestino.
5. El Mandato del Pueblo: Vivir
AMLO actúa, como Jesús, en una selva del social darwinismo clasista, violenta y profundamente polarizada. Al igual que el Nazareno, no tiene semejante entre sus apóstoles. De ahí, que su primer mandato es sobrevivir para cumplir con la misión, que la historia le encargó. El pueblo lo entiende plenamente, porque su dura realidad le enseña diariamente a golpes, que sólo con el (doble) poder se puede triunfar. Por eso, no hace falta una consulta ciudadana al estilo del NAIM sobre lo que las mayorías quieren. Esa consulta ya se hizo a nivel nacional y se hizo con los estándares científicos del censo: el 53% del sufragio universal, secreto y libre del 1. de julio, 2018, optó por la ejecución del proyecto de la 4a Transformación. Al tratarse de un censo, y no de un sondeo o una muestra, no hay necesidad de exquisiteces de la estadística inferencial sobre zonas grises de interpretación. El universo (estadístico) habló y el mandato es claro: aceptar la primera cruz del Nazareno y evitar la segunda.
En buen romance. Proteger el verdadero megaproyecto del futuro: la salud del primer Siervo de la Nación del Siglo 21.
artículo de Heinz Dieterich (Con información de aristeguinoticias)