Arañas salvajes

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El 17 de noviembre pasado se difundió en las redes sociales un video de una pelea callejera entre dos policías de tránsito y un transportista. Uno de los agentes inmovilizó un vehículo estacionado en lugar prohibido en una calle de la Colonia Juárez, Delegación Cuauhtémoc (cerca de Expo Reforma).

EN FLAGRANCIA | Gustavo Fondevila

La reacción fue violenta: el joven conductor de la camioneta de carga insultó, provocó y agredió a voluntad al policía de tránsito a quien corrió, tiró al piso y golpeó a gusto. Mientras se daba la escena de lucha libre, el compañero del policía asistía sin decir ni hacer nada para auxiliar a su colega.

No pidieron apoyo (un toque en el radio y el lugar se llena de patrullas), no sometieron al individuo, no lo esposaron, no sacaron el arma para imponer el orden. Al final, los policías en retirada se fueron rápidamente sin cerrar la cajuela de su patrulla (DF-040-T4). Poco después, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP-DF) inició el expediente DGIP/III/2427/2015-11 en la Dirección General de Inspección Policial (Asuntos Internos) y se abrió una averiguación previa. Para rematar el caso, el propio Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, declaró que “no se trata de golpear a nadie en la Ciudad”.

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EL GRAN NEGOCIO

¿No hay algo que le llama la atención en el video? Olvídese del patético uso de la fuerza (porque es de chiste). Lo sorprendente es el extraordinario “activismo” de la Policía de Tránsito por ponerle “arañas” inmovilizadoras a todo el mundo.

¿Una policía que no interviene jamás, que se niega a hacer nada por las víctimas y que busca siempre la forma de zafarse de los problemas mostrando una energía increíble y un entusiasmo -ese sí- de primer mundo por el tránsito?

En los últimos meses, la Policía ha llegado a enganchar con la grúa la ambulancia número 10 de la Cruz Roja (con un lesionado grave dentro que terminó muriendo) -08/2014, o intentar ponerle una “araña” a una bicicleta en las afueras del WTC (05/2015). De inmediato se nota que estas intervenciones no apuntan a solucionar los problemas de tránsito de la Ciudad.

Cuando la Policía exhibe tanto interés es porque hay un gran negocio detrás: las grúas arrastran a casi medio millón de autos al año con multas que pueden llegar a los mil pesos de los cuales, alrededor de 250 pesos van para el servicio de arrastre. Haga la cuenta: son millones.

Y con las arañas, el negocio se perfecciona más porque antes estaban concesionadas, pero una acción de inconstitucionalidad de la Corte Suprema (2013) determinó que una empresa privada no podía ejercer acciones propias de la autoridad (multas, inmovilizadores o retiro de placas). Y para solucionar el problema, el Gobierno del DF (de Marcelo Ebrard) no tuvo mejor idea que poner a sus propios policías a colocar arañas.

De este modo, todo el dinero (324 pesos de infracción y 194 pesos de retiro de inmovilizador) cae en las arcas del Gobierno. Y los policías que ponen las “arañas” reciben una parte de ese dinero… Así se explica que le pongan inmovilizadores a motos y bicicletas o que caminen sigilosos y agachados para que la gente no perciba que van a inmovilizar su auto, en vez de avisarles previamente y pedirles que se retiren. Es por esto que soportan golpes e insultos en las afueras de Expo Reforma y que se convierten en el mejor símbolo de la prepotencia por las monedas que caen de ese negocio fabuloso (alrededor de 320 inmovilizaciones diarias).

Y lo más triste, el dinero de las multas no se etiqueta: la Tesorería del DF lo asigna al gasto corriente -lo que en buen romance significa asignación discrecional…

Fuente: Reforma

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