Hace más de 600 años en lo que fue la legendaria ciudad azteca de Tenochtitlan se fundó el mercado Tlanechicoloyan el antecedente histórico de la Ceda
Las excesivas concentraciones demográficas que existen en países en vías de desarrollo ocasionan mayores exigencias en cuestión de mantenimiento y bienestar social. Esto incluye el sector alimentario, de salud y seguridad, principalmente.
Pero otro rubro que suele ser severamente afectado en algunas grandes urbes, como la Ciudad de México, es el medio ambiente. En una megalópolis de tal magnitud, los esfuerzos deben ser directamente proporcionales al incremento poblacional dentro de los límites de la entidad. A mayor población, mayores esfuerzos.
Los problemas ambientales registrados durante los últimos años en el recientemente rebautizado Distrito Federal son ocasionados por la sobreexplotación del territorio, sobre todo en las zonas periféricas de la demarcación. Además de los hogares, existen otros generadores que contribuyen a escalas enormes en la producción de residuos sólidos.
Instituciones de orden público como centros de salud, escuelas y edificios gubernamentales son algunos de los principales centros productores de desechos. Sin embargo, existen áreas de gran convocatoria en las que la basura se encuentra de manera mayormente abundante, como los mercados populares.
La elevada densidad demográfica de la capital del país da origen a estos grandes centros de abasto, que resultan funcionales y tradicionales al igual que contaminantes. Este tipo de centros de comercio existen en todo el país, pero debido a los millones de personas que habitan la CDMX pocos pueden ser comparados con los instaurados hace siglos en esta metrópoli.
La Central de Abasto
Hace más de 600 años, en lo que fue la legendaria ciudad azteca de Tenochtitlan, se fundó el mercado Tlanechicoloyan, un lugar que abastecía de casi la totalidad de productos indispensables a los habitantes de la ciudad prehispánica. Actualmente, ese lugar es considerado el antecedente histórico de la mundialmente famosa Central de Abasto.
Ubicada dentro de los límites de la delegación Iztapalapa, al oriente de la Ciudad de México, dicho recinto comercial ofrece miles de productos a precio de mayorista, lo que la vuelve un punto estratégico para quienes buscan obtener sus víveres con costos menores a los habituales y al mismo tiempo un foco rojo en cuanto a tonelaje de basura producida diariamente.
De acuerdo con un funcionario de la estación de transferencia de desechos sólidos ubicada a un costado del gigantesco mercado -quien prefirió guardar el anonimato- la Central de Abasto genera aproximadamente 900 toneladas de desperdicios, aunque en temporadas anuales de gran consumo, como Navidad, la cifra se llega a duplicar.
La Merced
Existe otro par de mercados tradicionales que cuentan con menor afluencia de compradores y comerciantes, pero que también representan grandes generadores de desechos: la Merced, que genera alrededor de 92 toneladas diarias; el mercado de Jamaica 32; y el de Sonora 14.
Según un reporte de la delegación Venustiano Carranza proporcionado en 2014, entre estos y los otros 40 mercados que se encuentran dentro de su territorio, se generan anualmente más de 62 mil toneladas de desechos sólidos que van a dar a los diferentes tiraderos y rellenos sanitarios destinados por el gobierno capitalino en conjunto con el mexiquense.
A pesar de que el INEGI informó que la Ciudad de México es la principal productora de residuos sólidos del país, con casi el 20 por ciento de la producción nacional total, el doctor Alfonso Durán, presidente del Programa de Maestría y Doctorado en Ingeniería Ambiental de la UNAM, afirmó a Letra Roja que tal cantidad de basura producida por éste y otros mercados no representan un grave daño ambiental, pues los procesos sostenidos en rellenos sanitarios aligeran las consecuencias.
Una posible solución, al estilo europeo
Para Durán Moreno, el manejo de los residuos en la megaurbe se realiza de manera adecuada, pero hay falla en la minimización de generación de basura, así como en generar conciencia poblacional sobre el problema que ésta puede llegar a representar en un futuro inmediato de continuar con cifras tan altas.
El catedrático aplaude algunas normas impulsadas por los anteriores gobiernos de la ciudad como la separación de residuos, el esquema de colecta de los mismos así como las 3 estratégicas estaciones de transferencia con que cuenta la entidad, sin embargo, la prácticamente nula reutilización inteligente de estos desperdicios opaca casi cualquier avance obtenido en la gestión sanitaria de los mismos.
“La UNAM, por ejemplo, está trabajando en la elaboración de una planta anaeróbica que recicla 600 kilogramos diarios de residuos orgánicos, produciendo a partir de ellos grandes cantidades de metano que posteriormente son utilizados como combustible doméstico, y para algunos tipos de plantas eléctricas, como en Europa desde hace 30 años…”, destacó.