Las películas románticas, las telenovelas y las series de televisión nos han hecho creer toda la vida que las relaciones intensas, “profundas” y tormentosas son las mejores y a las que debemos aspirar a la hora de buscar pareja. Sin embargo, la simpleza, la lógica, y una dosis de 0% drama es, en muchas ocasiones, la clave para una relación estable, feliz y duradera. Entérate por qué.
Sin drama, ¿es realmente amor?Éste es el título de una serie de artículos recientemente publicados en New York Times, dentro de su sección “Modern Love”. En el cual, una mujer relata sus preocupaciones ante la durabilidad de su actual relación y las dudas en torno al amor real. Ella cuenta que, durante su juventud, mantenía la idea de que el verdadero amor de su vida se encontraba en aquellas relaciones que implicaban esfuerzos extras, emoción continúa, pero nulo compromiso. Comúnmente, sus relaciones románticas a sus 22 años se basaban en el aspecto íntimo y el típico “disfruta el momento”, por encima de la formalidad, el cariño y la visión de un futuro juntos. “Esas dizque relaciones se daban por medio de horas de intercambiar mensajes de texto o de chatear en Google; intercambios en los que, en buena medida, yo era quien escuchaba. El reto de intentar impresionarlos me emocionaba y me desconcertaba.” También explica que la atención que recibía por parte de ellos era muy poca, pero sorpresivamente esto le provocaba seguridad y le otorgaba al momento aquella chispa de drama en la que la incertidumbre de saber si estarían juntos al final o no, reinaba por completo. Tiempo después, llega a su vida Joe, un hombre ocho años mayor que ella, que conoció casualmente en un bar y a quien le dio su número telefónico, aunque sin sentir gran interés en él. Al principio, no le dio gran importancia, por la simpleza de su primer encuentro, pero después, poco a poco las conversaciones, el tiempo juntos y los sentimientos fluyeron de manera natural. “No había drama. No había dudas sobre si estaríamos juntos al final: ya estábamos juntos”. Todo era tan espontáneo, sencillo y sincero que no parecía real. A diferencia de las “relaciones” pasadas, en ésta sí había un compromiso y un amor maduro y, sin embargo, los miedos y las dudas se apoderaban de ella, especialmente cuando se percató de que tenía el poder de romperle el corazón tras el primer “te amo”. “Siempre pensaba que ese poder estaba en manos del otro y que mi vida sería una constante lucha para encantarlo con tal de que no utilizara ese poder. Pensé que cuando alguien me dijera “Te amo” iba a ser el resultado de arduo trabajo de mi parte o, incluso, de engaño”. Por otra parte, las peleas eran más bien meras discusiones. Cero gritos, cero llanto y sin un rompimiento de por medio. Así de simple. Hoy en día, a sus 27 años, ella se siente exitosa y centrada, aunque preguntándose a ratos si en verdad merece a Joe. En las películas, al final, uno sabe que siempre fue suficiente, pero en la vida real, ella tiene que recordarse que sí lo es. Principalmente para ella misma.
En busca de un amor maduroTras la lectura de este post, las primeras cuestiones que nos llegan a la mente son: ¿por qué apostamos por las relaciones complicadas?, ¿qué hay de atractivo en el desinterés, el drama y el coqueteo sin futuro? Quizá sea la intensidad en las emociones que provoca o simplemente el reto diario de fascinar a aquella persona. Muchos de nosotros vivimos fantaseando con relaciones parecidas a películas tipo “Diario de una Pasión”, en la que las circunstancias, terceras personas o incluso nosotros mismos, representan un obstáculo para vivir plenamente aquel “amor”; y luchamos contra viento y marea para estar junto aquella persona. Nos han hecho creer que el conflicto y la pasión es lo que mantiene viva una relación sin importar si se pisotea la propia autoestima. Pero el amor no es así, o por lo menos, no debería serlo. Erich Fromm en su popular obra“El Arte de Amar” explica que el amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso, sino una decisión, un juicio o una promesa. Es un acto de voluntad que garantiza la continuación de dicho amor. Tampoco es la ausencia de problemas, pero sí un desafío constante. Un moverse, crecer, trabajar juntos. Que haya armonía y conflicto. Tristeza y alegría. En pocas palabras, un equilibrio y un compromiso mutuo. Por otro lado, la madurez emocional de ambos influye en la construcción de una relación sana y con futuro. Un amor maduro se alimenta de la sabiduría, comunicación, confianza y no con aventuras pasajeras, dependencia, egoísmo y superficialidades. Es una unión que busca conservar la integridad de cada persona y su libertad. Adiós a los estereotiposBorremos de nuestra mente y nuestro historial romántico aquellos ejemplos de “amor ideal” que los medios nos han presentado y construyamos relaciones sinceras y con expectativas realistas. Que nos aporten más tranquilidad que drama y que nos ayuden a crecer juntos y a tener un proyecto en común. Y aunque pudiera parecer difícil, especialmente en estos tiempos donde nadie quiere comprometerse o tener una relación formal, la clave está en no desesperarse, amarse uno mismo, disfrutar la vida y dejar que los momentos fluyan, sin importar qué tan simples pudieran parecer. |
(Con información de amor)