Un equipo formado íntegramente por mujeres de entre 12 y 14 años, el AEM de Lleida, se ha proclamado campeón de la Liga de Segunda masculina batiendo todos los registros cuatro jornadas antes de que termine el campeonato.
Sus números son espectaculares, a lo largo de la temporada solo han perdido un partido de los 22 jugados; y han empatado dos. Además son el equipo más goleador del torneo, con 93 tantos a favor, y el que menos goles ha encajado: 25.
Cuentan con la máxima goleadora de la Liga, Andrea Gómez, que ha marcado 37 goles en los 21 partidos que ha jugado, y con la portera menos goleada, Laura Martí, que llegó al club desde Girona, buena muestra de que el AEM apuesta por el fútbol en femenino. Sin prejuicios, ni temores. “Hasta alevines pueden jugar niños y niñas mezclados, pero cuando pasan a categoría infantil ya no hay nada más, no pueden competir, por eso optamos por crear el equipo de chicas. Además, sabíamos que competir contra chicos las haría más competitivas. La coincidencia ha sido, también, que se ha dado una generación muy buena”, expone Dani Rodrigo, el entrenador del equipo infantil del AEM de Lleida al diario El País.
Pero el club catalán no se ha parado ahí y cada vez cultiva más la cantera. “En benjamín ya tenemos un equipo nuevo solo de niñas; y también el alevín y el infantil, que compiten contra niñas. Hace tiempo que trabajamos con equipos femeninos. Tenemos 110 niñas con nosotros. Ahora mismo cualquier niña pequeña que quiera empezar a jugar a fútbol llama al AEM”, señala, con orgullo, el entrenador.
Sus jugadoras, sin embargo, no son conscientes de lo mayúscula que es la hazaña que han conseguido.“Ellas juegan a fútbol, les gusta, y encima ganan. Pero no saben que están rompiendo muchos tabús. Ahora ya sabemos que un equipo de chicas puede ganar a otro de chicos y más cómo lo han hecho”.Así se lo dijo Rodrigo en el vestuario, cuando todavía celebraban la victoria: “Habéis hecho una cosa muy grande, más de lo que os pensáis. Las nuevas generaciones de niñas que suban se fijarán en vosotras”.
Sus jugadoras juegan, probablemente sin saberlo, contra estereotipos de todo tipo. En todos estos años “han generado mucha sorpresa al llegar a campos donde los rivales no saben que jugarán contra un equipo de chicas. Hasta los árbitros se sorprenden y piensan ‘esta gente se ha equivocado’, aunque cada vez pasa menos”. Y añade: “También nos hemos encontrado con mala educación en muchos sitios. Y no solo los padres levantan la voz, también las madres. Pasa poco, pero todavía pasa, por desgracia”.
Con información de El País