Un maestro destacado de la única “primaria vagón” del país, aún espera la entrega de un galardón que ganó hace dos años por parte de la Secretaría de Educación Pública del Estado de México. Su premio fue de 5 mil pesos y cuando llegó a recogerlo le dijeron que pasara a la ventanilla de enfrente… luego a otra y a otra. Hasta hoy no ha visto ese dinero.
El director de la última primaria vagón del país ha sorprendido en diversos concursos por las altas calificaciones de sus estudiantes. Después de 23 años de docencia en una góndola de un tren que estancó sus ruedas en el poblado de Santa Bartolo, Naucalpan, los resultados de las pruebas de Evaluación Nacional del logro Académico en Centros Escolares (Enlace) han puesto a la escuela Art. 123 Lic. Adolfo López Mateos por encima de más de medio centenar de primarias en el Estado de México.
“Se nos estaba dando un recurso como una gratificación por los maestros que salíamos bien. Pues a mí el último me lo quedaron a deber y nunca me lo han dado. Lo solicité. Me lo gané a buena fe. A mi trabajo, y es algo que tengo pendiente, pero probablemente es algo a lo que ya no llego”, dijo Contreras Parra.
La última participación de la escuela en la prueba, en 2013, colocó al centro educativo como el segundo de mayor calidad educativa de la entidad. La Prueba Enlace calificó los resultados del alumnado de tercer grado con la categoría de “bueno”, que según el sitio oficial es: “Una muestra de un nivel de dominio adecuado de los conocimientos y posee las habilidades de la asignatura evaluada”.
Pero, a la hora de recibir el premio éste nunca llegó, aun cuando el profesor Contreras acudió a las oficinas de la SEP en Toluca para pedirlo.
“Son recursos federales. Parece que del Programa Escuelas de Calidad. Van a decir que no salió pero sí, lo checamos por Internet, primero, y después fuimos a la oficina. Me quedaron debiendo 5 mil pesos”, dijo a SinEmbargo.
Hasta hace un año el único profesor de la escuela primaria empezó a contar con la ayuda de una segunda maestra con quien imparte clases a 31 niños que provienen de los hogares ubicados en los alrededores.
En una mañana sin sol, los niños uniformados con suéteres azules y pantalones grises, reciben clases dentro de un vagón que, contrario a lo que se podría pensar, conserva una temperatura agradable. De aspecto cuidado en su interior, por fuera concuerda con la vista hacia un vecindario plagado también de vagones, donde los hogares se apelmazan de forma contigua a lo largo de las vías del tren.
“La mayoría de niños vive en estos vagones. Son niños de la comunidad. Estamos en un contacto directo con ellos. Yo aquí pongo mucho esfuerzo ,pero hay algunos padres que en casa no tienen esa misma respuesta”, dijo Samantha Ramírez, quien enseña a niños de primero y segundo de primaria, en un salón anexo al vagón.
Fuente : Sin Embargo