En días pasados, el presidente de Estados Unidos emitió un ultimátum a los norteamericanos: “vacúnense contra covid-19 o pierdan su trabajo”. Muchos lo perdieron y salieron a las calles a protestar.
Argumentaron que no se inocularon por “creencias religiosas”, por afectar sus “derechos soberanos sobre sus cuerpos”, “van en contra de su estilo de vida”, “porque no usan productos sintéticos”, porque es “un ataque personal”, entre otros, además de las teorías conspirativas, indicó BBC Mundo.
Señaló que, próximamente, Biden emitirá un mandato que requiere a todos los trabajadores de la salud a vacunarse y pide a todos los estados que exijan lo mismo a los profesores.
El 10 de octubre, en Concord, New Hampshire, Nueva Inglaterra, se reportó una gran protesta antivacunas con personas vistiendo ropa de hospital. Eran personal médico.
Al ser cuestionada sobre su presencia en la manifestación, la enfermera Leah Cushman dijo que porque no se iba a vacunar y estaba dispuesta a perder su empleo.
“Mis creencias son religiosas. El creador me dotó de un sistema inmunológico que me protege y si me enfermo, es un acto de Dios. No tomaría un medicamento que afecte al sistema inmunológico”, le dijo al periodista Aleem Maqbool, autor de la nota.
Para ella, “no hay conflicto” entre creencias religiosas y su labor como enfermera de cuidar la salud de la población.
Por el contrario, sostuvo que su problema es que las vacunas son “experimentales”, pese a que la aplicada a los estadunidenses, la Pfizer, cuenta con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
Lo anterior quiere decir que existe la evidencia suficiente para corroborar la eficacia y la seguridad del biológico, pero eso no es suficiente para Cushman, quien además es representante estatal del Partido Republicano.
Pese a todo, ella consideró que también su postura es en defensa de los “derechos soberanos” de los profesionales de la salud sobre sus cuerpos y, por eso, ella ya lo decidió: “No se pone ninguna vacuna”.
Para el director Ejecutivo del Upper Connecticut Valley Hospital, Scott Colby, comentó que ha perdido parte del personal médico por este mandato, pues la posición de los encargados de velar por la salud de la población se ha basado, además en cuestiones medicinales o religiosas, en argumentos políticos.
Señaló que esta actitud sucede en un momento en que el virus es más activo por la variante delta y se han acumulado procedimientos por casos no relacionados con covid-19.
Desde su perspectiva, es correcta la decisión de exigir la vacunación, en parte porque las enfermedades graves relacionadas con el personal entre los no vacunados “son una pérdida evitable de recursos”.
Aunque también se les han pedido pruebas semanales a quienes no se quieren vacunar, los opositores también se niegan o lo consideran inaceptable porque es un gasto innecesario.
Aunque en 2020 fue nombrado “Maestro del Año” en la escuela secundaria de Wallingforf, Connectitut, el profesor Kasheim Outlaw, perdió su trabajo por no vacunarse contra covid-19 y se defendió diciendo que el mandato hecho por las autoridades era que no podía cumplir por su estilo de vida.
“No utilizo ningún tipo de ingredientes sintéticos en mi vida, ya sea con fines medicinales, suplementarios o alimenticios. Entonces, la idea de vacunarme es algo que va directamente en contra de la forma en que vivo mi vida”, señaló a BBC Mundo.
Tampoco aceptó las pruebas semanales por considerarlas un “procedimiento médico innecesario e incómodo”.
Aunque, según sus dichos, si su jefe le hubiera dado la opción de someterse a una prueba de anticuerpos, hubiera demostrado que el año pasado contrajo covid-19, aunque no sabe cuánto dura una respuesta inmune natural.
En una remota zona rural de New Hampshire, cerca de Mount Monadnock, vive Rob Seggrin, quien tiene un trabajo en informática que realiza vía remota, pero al no querer vacunarse, le han lanzado una advertencia: si no ha recibido la primera dosis a finales de mes perderá su empleo.
“Es un ataque personal. Mi trabajo es 100% remoto. Trabajo desde casa para un contratista federal. Nunca entro a una oficina, nunca interactúo con gente”, aseguró.
Su oposición a la vacuna responde a que, en su opinión, “no han pasado suficientes años para estudiarla”, aunque reconoció que protege a su familia del virus de la manera que puede.
“Sentí que esta orden de ‘haz esto o perderás tu trabajo’ fue un ataque personal contra mí y mi familia. Como si quisieran atacar mi medio de vida”, dijo.
Además, aseguró que no han sido fructíferas las conversaciones con su jefe al respecto y como ve su futuro, perderá su empleo, su seguro médico y los beneficios para su familia.
En Estados Unidos sigue habiendo rechazo a las políticas públicas respecto a las vacunas, ante la cantidad de estadunidenses que han rechazado el biológico.
La resistencia se ha registrado principalmente en los estados republicanos, mientras el coronavirus cobra casi mil 500 vidas diarias en el país.