El juglar del metro: dice poemas y no pide dinero

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El joven festeja el hecho, quita las manos de la puerta, baila y sonríe mientras camina

Nadie sabe su nombre y nadie sabe de donde salió. Desconocemos si se trata de un experimento social o sólo un pasatiempo divertido. Nunca se presenta ni dice el objetivo, su función dura apenas unos segundos. No tiene fechas ni horarios, sólo se hace presente su voz y su cuerpo en diferentes estaciones del metro.

Línea 12, estación Nopalera, son más de las ocho de la noche. Apenas abren las puertas, estira sus brazos para detener el cierre, asoma su cabeza, una fuerte zancadilla como si fuera entrar llama la atención. Empieza la función:

Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón…; es una máquina,
que, al compás que se mueve, hace ruido.

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Un poema de Gustavo Adolfo Bécquer que para muchos resulta agradable. Los usuarios lo miran, algunos lo ignoran volteando a otro lado y unos cuantos ni siquiera lo escucharon porque traían puestos los audífonos.

Llama la atención su juventud, sus ropas, su playera de Linterna Verde. Así como sube, baja. No pide dinero, no pide un aplauso y por si no fuera suficiente, no pide que lo escuchen. Sólo lo hace, para el quiera, para el que guste.

El joven festeja el hecho, quita las manos de la puerta, baila y sonríe mientras camina, se oye el tururú y la puerta se cierra. Termina la función y se queda parado esperando otra oportunidad de causar simpatía, abriendo la boca, gritando poesía.

Se trata del Juglar del Metro ¿ya te o has topado?

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