La familia Del Mazo-Peña-Montiel sumó ya 23 años en control del Edomex; si Alfredo gana, serían 29

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Como candidato del Partido Revolucionario Institucional, Alfredo del Mazo Maza enfrenta la competencia electoral más reñida por la Gubernatura del Estado de México y podría pasar a la historia como el primer priista en perder esa sede de uno de los grupos políticos más poderosos del país.

De ganar, en cambio, sumaría seis años a los 17 que ya han gobernado el Estado de México diferentes integrantes de su familia –su abuelo Alfredo del Mazo Vélez, entre 1945 y 1961; su padre Alfredo del Mazo González, entre 1981 y 1986, y su primo Enrique Peña Nieto, entre 2005 y 2011.

Con el sexenio del también ex Gobernador priista Arturo Montiel –tío lejano de Peña Nieto–, esta red familiar y política acumula ya casi un cuarto de siglo en el poder del Estado de México y una victoria de Del Mazo la elevaría a 29 años, un tercio de los 88 años de existencia del partido.

“La familia desde luego es muy importante, desde el abuelo, el padre y ahora el que compite, es una familia vinculada por años, desde los años 40 a la política estatal, y también a la política nacional”, dice Rogelio Hernández Rodríguez, investigador del Colegio de México (Colmex) y autor de “Historia Mínima del PRI”.

El resto de la red familiar vinculada con Del Mazo Maza y que participa en política la forman sus hermanos Adrián del Mazo Maza, director general de Autotransporte en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT); Alejandro del Mazo Maza, titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ,y la prima de los tres, Carolina Monroy del Mazo, ex secretaria general del PRI.

Cartolina Monroy del Mazo, prima de Peña Nieto y de Alfredo del Mazo, ex Secretaria General del PRI. Se le consideraba para la candidatura de Edomex pero la ganó el primo Alfredo. Algunos creen que, si él gana en 2017, la prima sería la siguiente candidata. Foto: Cuartoscuro

UN GRUPO SIN CONTRAPESOS

“Es un grupo que tiene mucha fuerza local, que ha tenido mucha influencia en la designación de candidatos, gobernadores, de funcionarios de primer nivel, jueces, órganos autónomos, y lo que muestra es un poco la lógica oligárquica que tienen los partidos, los grupos de poder, que no es un fenómeno exclusivo del Estado de México, pero que en este estado ha tenido prácticamente cero contrapesos, ha sido muy exitoso”, agrega Nicolás Loza Otero, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

De 41 años, Del Mazo Maza es originario de Toluca, licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y, en 2009, cuando tenía 34 años y sólo dos cargos en el Gobierno estatal de su primo como toda experiencia política, se convirtió en Alcalde de Huixquilucan.

Pese a su cercanía con Peña Nieto, su candidatura al Gobierno estatal en 2011, cuando tenía 36, fue suspendida ante la posibilidad de que otro priista con mayor trayectoria y popularidad, el entonces Alcalde de Ecatepec, Eruviel Ávila Villegas, compitiera con otro partido si no lo elegía el PRI.

Su primo Peña Nieto lo llamó de cualquier forma al Gobierno federal desde el primer año de su Presidencia y, en diciembre de 2012, lo nombró titular del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), entonces a cargo del ex coordinador de la campaña presidencial priista en 2012, Luis Videgaray Caso.

La institución que Peña Nieto dejó a cargo de Del Mazo es clave, entre otras responsabilidades, en el financiamiento de las entidades federativas y, en ese carácter, en 2014, prestó al entonces Gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, cuatro mil 285.3 millones de pesos gestionados a través de un fideicomiso contratado con la Casa de Bolsa Evercore.

Esta Casa de Bolsa, fundada por Pedro Aspe Armella, ex Secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari, fue también  antiguo lugar de trabajo de Videgaray Caso.

También desde Banobras otorgó el contrato DAGA/13/2013 a la compañía de transporte aéreo Eolo Plus, del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú –quien financió la “casa blanca” a la familia del Presidente Enrique Peña Nieto y quien ha sido beneficiado por el actual Gobierno federal con contratos por miles de millones de pesos– ganó así de manera directa 10.7 millones de pesos dos años para fungir como taxi aéreo del Consejo de Administración del banco de desarrollo público.

De Banobras, Del Mazo pasó en 2015 a la Cámara de Diputados y, en enero pasado, solicitó licencia para convertirse en el candidato priista al Gobierno del Estado de México.

La encuesta del periódico Reforma, en marzo pasado, lo ubicó en sólo un punto porcentual (29) por encima de su más cercana competidora, la docente Delfina Gómez Álvarez (28), candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Pero los focos rojos se encendieron en abril, cuando en esa encuesta del diario de la Ciudad de México, la candidata de Gómez Álvarez registró el 29 por ciento de las preferencia, mientras que del Mazo Maza reportó 28 por ciento. Atrás se ubicaron la panista Josefina Vázquez Mota, quien pasó del 25 por ciento que tenía en marzo a 22 por ciento en abril, y el aspirante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Juan Manuel Zepeda Hernández, registró 14 por ciento de las preferencias.

NADA ESTÁ ESCRITO

De acuerdo con analistas, sin embargo, nada está escrito en la competencia por el Estado de México. Primero, dice Loza Otero, investigador de temas políticos y electorales, porque en un escenario de fragmentación del voto, en el que las preferencias se reparten entre tres contendientes, la definición puede cargarse hacia el candidato con la mayor “estructura” partidista; es decir, Alfredo Del Mazo.

“Es probable que en el Estado de México veamos una carrera hasta el final, de tres competidores, y probablemente incluso un cuarto que, sin ser muy fuerte, sea lo suficientemente fuerte para quitarle votos a alguien”, dice Loza Otero.

“Entonces, es probable que h

aya tres partidos con más del 20 por ciento de la votación y un partido con menos del 20 pero más del 10, lo cual lo que dice es que el electorado está fragmentado, y eso puede terminar favoreciendo al partido con mejor estructura, mayor tradición, mayor presencia regional y ese es el PRI”, advierte.

También, agrega Rogelio Hernández, el escenario es incierto porque la popularidad de la oposición se debe no a su crecimiento en la entidad, sino al desprestigio del PRI, sobre todo del Presidente Enrique Peña Nieto.

Vínculo familiar que significa el mayor lastre del candidato, dice Loza, pero, al mismo tiempo, su mayor o única fortaleza.

“Es su principal activo, ser de ese grupo, digamos es lo que lo ha tenido en posiciones de poder desde hace muchos años, y eso es lo que lo tiene de candidato a Gobernador”, plantea Loza.

“Ahora, ser de esa dinastía implica cierto desprestigio, estigma a nivel nacional, y de esto no se puede deshacer Del Mazo, porque es parte de la esencia del grupo al que pertenece. Pero, visto en términos de un intercambio político, gana más siendo de esa dinastía que no siendo: es lo que lo tiene ahí”, agrega.

El PRI en el Estado de México no es un partido cualquiera. De acuerdo con Hernández Rodríguez, a diferencia de otras élites estatales, posee la característica de que sus integrantes tienen influencia a nivel nacional y que, al interior, es “homogéneo” y pragmático, aunque no carente de conflictos.

El historiador menciona en su libro “Historia mínima del PRI” que esta homogeneidad del priismo mexiquense ha dado lugar a “uno de los mitos más enraizados en la política nacional, en el sentido de que está constituida por un solo y único grupo que cambia sólo de líderes que, mágicamente, evita los conflictos”.

Peña une dos familias que han gobernado Edomex casi tres décadas: por un lado, los Montiel; por el otro, los Del Mazo.

Pero este mito de un solo grupo, agrega el tomo, simplifica la realidad porque tanto el conflicto interno como la competencia han existido en el Estado de México, sólo que “lejos de destruir a la élite, la han obligado a profesionalizarse, de manera similar a la que por décadas presentó la élite priista nacional”.

Ejemplo de este pragmatismo, dice Hernández en entrevista, fue la definición en 2011 de Peña Nieto por Eruviel Ávila, que emergió de una región alejada de Toluca [Ecatepec, al nororiente de la Ciudad de México] y de una estructura derivada de triunfos electorales y no de la élite central.

“Justo esto es lo que caracteriza al Estado de México: los grupos del Estado de México son lo suficientemente homogéneos como para hacer competencias entre sí que son equilibradas, a diferencia de lo que ocurre en otras entidades; los priistas en el Estado de México no están en conflicto”, dice Hernández.

“Y eso les da mucha unidad, pero no quiere decir que sean un grupo, no quiere decir que los tres estén coincidiendo. Peña Nieto, cuando fue Gobernador, se inclinó por Eruviel a pesar de que no era su candidato, y con esto lo que le quiero decir es que habla de un principio de sobrevivencia”, agrega.

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