La Sexualidad y el embarazo no deseado en la adolescencia

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Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO) –que junto con la Secretaría de Salud, el Centro Latinoamericano de Salud y Mujer (CELSAM) y el Instituto Nacional de la Mujer (INM) hicieron la declaratoria–, la iniciativa busca orientar a los adolescentes sobre la prevención de embarazos no deseados. Además de crear consciencia sobre las repercusiones que en su vida futura puede tener el hecho de convertirse en padres a temprana edad.

La declaratoria lleva a las preguntas obligadas: ¿Qué motiva a los adolescentes a iniciar su vida sexual temprana edad? ¿Ignorancia, descuido o falta de información sobre métodos anticonceptivo lleva a un embarazo no deseado? ¿Se puede prevenir el embarazo no deseado en la adolescencia?

La adolescencia es una etapa de cambios que se inician en la pubertad con la aparición de los caracteres sexuales secundarios; aparición del bello púbico, ensanchamiento de caderas y pechos en la mujer, y el crecimiento del pene y el engrosamiento de la voz en el varón.

Esos cambios marcan el inicio de otros como las relaciones sociales en donde la preocupación principal gira alrededor de ser aceptado por el grupo de amigos.

Además de cambios en la relación con los padres en donde ambas partes se enfrentan a nuevas formas de relación; ya no entre los padres y el niño que requiere de cuidado y protección, sino que ahora entre los padres y un sujeto que se encuentra en crecimiento y que requiere de mayor autonomía y seguridad para lograr un optimo desarrollo.

La sexualidad es una más de las áreas esenciales en el desarrollo de un sujeto que enfrenta cambios importantes en la etapa adolescente.

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La sexualidad está sostenida en lo biológico y en la relación que tiene el bebé con sus padres. Es introducida por la madre a partir de los cuidados que le brinda al bebé. Cuando le da de comer, lo asea, lo arrulla o lo acaricia, la madre le transmite al bebé una serie de significados relacionados con las sensaciones del cuerpo y el amor que la madre le pueda transmitir (Laplanche 1970).

En la adolescencia, tanto la mujer como el varón experimentan sensaciones placenteras en su cuerpo que los asustan y los confunden. Sienten miedo por lo que experimenta su cuerpo; se preguntan si es normal o no. Es el tiempo en que surgen las fantasías sobre el noviazgo, la homosexualidad, el embarazo, la masturbación. El concepto de procreación marca una nueva definición; ya que los genitales no solo van a aceptar la unión de la pareja, sino también la capacidad de procrear.

La chica adolescente se pregunta si ella será capaz de albergar en su vientre a un ser y construye fantasías alrededor del tema. Es cuando escuchamos a muchachas hacer comentarios como; “estoy tan casada como si estuviera embarazada”, o “me dio asco, ¿no estaré embarazada?”. También es común que las muchachas simulen vientres embarazados con alguna almohada o con el suéter del uniforme de la secundaria.

Estas fantasías pueden asustar a los padres pero son una buena herramienta para que la fantasía no sea llevada al acto y –de esta manera–, se evite el peligro de un embarazo no deseado (Aberastury 1991. Freud A. 1976).

Por su parte el varón adolescente se cuestiona si será capaz de embarazar a una chica. Para el muchacho, el pene tiene un significado más allá que solo un órgano reproductor; es un signo de poder, masculinidad y seguridad.

Tanto en el hombre como en la mujer surge la curiosidad sobre cómo será tener relaciones sexuales, qué se hace, qué se siente y aunque hay muchas fantasías en ellos derivados de su medio ambiente, la curiosidad no se resuelve.

Entonces el adolescente por la curiosidad y las sensaciones que le puede producir lo que –en un primer momento– es un juego de caricias: busca resolver su curiosidad mediante la experiencia de vivir una relación sexual –en la mayoría de los casos sin protección–, lo que lo pone en riesgo de un embarazo no deseado.

Una práctica importante en el desarrollo de la sexualidad humana que lleva al conocimiento del propio cuerpo –en cuanto a las sensaciones y las practicas con las que cada quien se siente bien–, es la masturbación. Eissler (1958) declara que la masturbación es una parte indispensable para una adolescencia saludable.

La masturbación y las fantasías que la acompaña son usadas por el adolescente como una acción de ensayo para la conducta sexual adulta. Son una forma de probar cuáles pensamientos, sensaciones y gratificaciones sexuales son aceptables para el sujeto mismo y cuáles no lo son.

De esta manera, el adolescente no solo resuelve muchas de sus interrogantes acerca de su propia sexualidad en ese momento de la etapa adolescente: sino que además está en la posibilidad de formar su propia organización sexual final de manera satisfactoria. Lo que le permitirá decidir de manera más pensada y segura, el momento de tener su primera relación sexual.

Por el contrario, la puesta en práctica de una vida sexual activa de manera temprana basada en la confusión, el miedo y la mala información, expone al adolescente no solo a enfrentar un embarazo no deseado; sino además, a la posibilidad de alterar su perspectiva acerca de su vida futura y del ejercicio pleno de su sexualidad.

De lo expuesto se concluye que el embarazo no deseado en la adolescencia se puede prevenir si se cumplen las siguientes premisas:

1)   Que el adolescente cuente con información veraz proporcionada por los padres, maestros o por la propia búsqueda pero que no esté permeada por la censura moral y los mitos.

2)   Que el adolescente varón o mujer se sientan en la libertad de poder realizar la práctica saludable de la masturbación y de esta manera obtener el conocimiento acerca de sí mismo, de su cuerpo,  de sus sensaciones e ir construyendo sus gustos.

3)   Que en su medio familiar el tema de la sexualidad pueda ser abordado sin prejuicios y sin generar culpa.

De esta manera, el adolescente no solo evitará el embarazo no deseado sino además; estará en la posibilidad de ir dando pasos hacia la construcción de un desarrollo pleno de la sexualidad adulta.

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