No todo lo riesgoso es ilegal. Ni todo lo legal tiene su razón lógica de así serlo. Al gobierno no le interesa tu salud, sino el modo en que puede beneficiarse con ella. Así pues, permite que laboratorios y farmacéuticas comercien drogas disfrazadas detrás de códigos de barras; son precisamente éstas las que desean que consumas; no aquellas que crecen en el patio de la gente creciendo entre las matas.
A continuación te compartimos las ocho sustancias más vendidas que están al alcance de la mano en supermercados o en mostradores de farmacias.
ALCOHOL
La verdadera y peor droga de todas. La que más muertes ha causado a nivel mundial y quizá el más adictivo de todos. Es aquella que rompe hogares, parte núcleos familiares y provoca muertes en forma de intoxicación etílica, ataques de ira, celos o furia por ebriedad. Los verdaderos problemas empiezan cuando se pasa de 4 tragos en una noche o 14 tragos en una semana.
Irse de juerga seguido puede llevar fácilmente a la adicción o tener un familiar cercano que sea alcohólico. La dipsomanía es única en tanto tiene un fuerte componente genético.
NICOTINA
Una de las drogas más accesibles y baratas. La mayoría de la gente se engancha con apenas dos o tres cigarrillos; la verdad es que muy pocas personas son capaces de fumar ocasionalmente sin volverse adictos.
A diferencia de los alcohólicos que dejan de beber de golpe, un fumador tiene a su alcance una ‘infinidad de paliativos’ que le da la ilusión de estar dejando el hábito pero que pocas veces funcionan (vaporizadores, parches, gomas de mascar).
OPIÁCEOS
Los analgésicos opiáceos como Vicodin, Oxycontin, Percocet y la morfina han creado una rápida catástrofe en Estados Unidos.
Aunque son muy buenos para tratar fuertes dolores en el corto plazo, en pocos días la adicción se vuelve inevitable: el cuerpo se acostumbra y requiere unas cantidades cada vez mayores de opiáceos para mantener su efecto.
BENZODIACEPINAS
De las peorcitas medicinas que uno puede llegar a consumir. Xanax, Klonopin y Valium son utilizadas para tratar ansiedad severa y ataques de pánico. El efecto sedante puede ser similar al del alcohol pero con la necesidad y ansiedad de aumentar la dosis que provocan los opiáceos. La dependencia física es especialmente severa.
Sin embargo dejarlo es también un riesgo para tu cerebro: abandonar las benzodiacepinas puede ser mortal. El efecto se asemeja a un delirium tremens o incluso se puede sufrir un paro cardíaco.
MEDICAMENTOS PARA TRATAR EL TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad)
Dentro de las muy terribles fármacos también debemos contar con el Ritalín, Aderall o el Concerta que se han convertido en un grave problema entre preparatorianos y universitarios que piensan que los ayudará a estudiar mejor, y por lo tanto, a aprender más en menos tiempo.
Sin embargo, estos medicamentos pueden causar alucinaciones y acelerar el ritmo cardíaco. Tomar altas dosis por lapsos prolongados provoca paranoia, obsesividad, insomnio e incluso arrancarse la piel por el cosquilleo que produce.
La gente se deprime al punto de querer suicidarse.
AMBIEN
Este es un medicamento muy efectivo para ir a dormir pero puede volverse una completa dependencia a la semana de uso. Una vez que empiezas a tomarlo regularmente es casi imposible volver a dormir en los ciclos naturales del sueño.
El Ambien también pone sumamente ansioso durante el día y puede llevarte a hacer locuras pensando que estás dormido.
JARABE PARA LA TOS
No todas las medicinas que son ‘para niños’ son seguras. Los jarabes que atacan la bronquitis o sinusitis presentan fuertes cantidades de codeína al cual es fácil quedar enganchado.
Otros contienen dextrometorfano, un opiáceo que provoca severas alucinaciones si se consume en altas cantidades. Además ten cuidado de mezclarlo con alcohol pues puede provocarte un paro cardio respiratorio.
Esteroides anabólicos
Los esteroides anabólicos son variaciones sintéticas de la testosterona y se prescriben para tratar los efectos secundarios causados por bajos niveles de testosterona y para ayudar a ganar masa muscular, usadas incluso en personas que sufran de cáncer o de SIDA.
Normalmente los usan en personas sanas que desean aumentar sus músculos.
Aunque los esteroides ‘no te pondrán a volar’, sí alteran tu química cerebral y usarlos continuamente provoca cambios de ánimo, irritabilidad, paranoia y agresividad. Además se dañan los riñones, el hígado y el corazón.