Cuando vives con un hombre inevitablemente aprendes cosas de los hombres, y una de esas cosas es que los hombres no van de compras aunque compren. La idea del viaje de compras, y el heladito y pasar por multitudes para conseguir el perfume que nos gusta y estar por horas viendo cremas para la cara es, para un espécimen del género masculino una auténtica tortura.
Un día mi esposo me dijo que él veía las compras como una misión S.W.A.T.: Los rehenes están en la tienda. Hay que sacarlos de ahí lo más pronto posible, en la menor cantidad de pasos, revisar que estén en buen estado y que sean los rehenes correctos (en esto muchos hombres suelen equivocarse y en lugar de traer al rehén “suavitel azul” traen al rehén “downy amarillo”, pero esa es otra historia). Haciendo un análisis del método S.W.A.T. le pregunté que si yo pasaba rápido por un pasillo pero veía de reojo lo que había en ese pasillo era considerado S.W.A.T. y para mi sorpresa me dijo que no. S.W.A.T. es ni siquiera voltear a ver nada. Y así la mayoría de los hombres se sienten a gusto.
En un programa de “shopology” de managment tv hicieron un estudio donde le pusieron a un hombre la tarea de comprar 3 artículos. Le conectaron un monitor cardíaco respiratorio y otro que monitoreaba sus niveles de cortisol (la hormona responsable del estrés). El resultado fue sorprendente pues a los 15 minutos a pesar de que ya había conseguido 1 de los 3 artículos, ya tenía muy elevado el cortisol, jadeaba y el corazón palpitaba con fuerza.¡ Y eso que el sujeto hizo sus compras de modo S.W.A.T.!
Esto me hace reflexionar en que aunque los hombres pueden ser tanto o más gastalones que la mujer, no les gustan los viajes de compras. Su experiencia es completamente diferente. En general un hombre ya sabe lo que quiere cuando va a una tienda a comprar el iphone o la computadora o el videojuego o el último gadget de cocina. Lo investigaron en internet, lo leyeron en la revista especializada y no necesitan ningún consejo del vendedor. No necesitan comparar precios ni necesitan comparar colores. Por eso les desespera mucho nuestra indecisión. Para ellos, es inconcebible que si necesitamos un labial rojo no compremos el primero que vemos.
Por eso es difícil la experiencia de comprar en pareja o en familia. Ahora que se acercan las épocas de compras y que aunque nos espanten con eso de la crisis de todas formas vamos a comprar, hago este post. Las mujeres debemos comprender ese espíritu S.W.A.T. que no abandona a nuestro hombre, y nuestro hombre tiene que recordar que no importa que haya 100 labiales rojos, tenemos que encontrar el tono perfecto y eso no se hace desde internet.