Miles y miles de bicicletas apiladas, una encima de otra. Una imagen chocante, casi dantesca, que se ha convertido en habitual en China. Son los cementerios de bicicletas, fruto de una moda que llevó a muchas empresas chinas a entrar en el mundo del alquiler de bicis, incluso a que se promoviesen programas gubernamentales contra la contaminación y por la movilidad sostenible. Hoy, la oferta es mucho mayor que la demanda, y el resultado es el que se puede ver en las imágenes.

Contrariamente a lo que pueda parecer el proyecto llevado a cabo en la ciudad china de Hangzhou fue todo un éxito. En 2008 se invirtieron 24 millones de euros en reducir la contaminación mediante el reparto de bicicletas. Recientemente ganó un premio a la movilidad sostenible, más que merecido ya que se dejaron de emitir más de 110.000 toneladas de gas al año. Pero la cara b de tan loable programa ha sido el incontrolable abandono de bicicletas: de las 80.000 que se repartieron, unas 30.000 se encuentran apiladas en las afueras.

En un primer momento la ciudad estaba repleta de bicicletas en cualquier lugar, pero las quejas de los vecinos llevaron a las autoridades a recogerlas y apilarlas en un mismo lugar, creando un cementerio de bicicletas.