Mantiene esperanzas de que Araceli regrese

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“Cuando desapareció mi hija, volteamos a ver hacia un lado de nuestra vida y nos dimos cuenta que había otros casos similares de jovencitas aquí en la colonia que habían desaparecido”, relató Virginia, madre de Araceli Trujillo Aceves, su hija mayor desaparecida el 28 de agosto de 2015, en Toluca.

Después de 10 meses de no recibir la llamada de teléfono habitual de su hija para solicitarle su ayuda e ir a recoger a sus pequeños a la escuela, Virginia, pide a su Dios que un día de estos el milagro de que Araceli aparezca se cumpla, pues con cada día que pasa todo de ella se desvanece, las fotos son cada vez más viejas y a sus nietos sólo los puede mirar cada mes.

Sentada sobre su pequeña sala, de los pocos muebles que adornan su casa, acompañada de su hijo Daniel, y una mesa de centro donde colocó las únicas fotos que guarda de su hija, hizo memoria y aguantó los nervios y la angustia que sintió aquellas horas de la desaparición de Araceli, para poder relatar parte de lo ocurrido el 28 de agosto.

-No se lo puedo explicar de cómo es esto que ahora siento, es difícil, es muy triste, muy desesperante. Relató entre palabras cortadas y divagando entre la charla y los recuerdos que le llegaban, pero continuó la mujer.

-Mi hija desapareció el 28 de agosto, ella salió del trabajo, me comentó que iba ir a la escuela de sus niños, pero de ahí ya no supimos nada de ella, el celular desde entonces manda a buzón, dijo Virginia como cuando acudió al Ministerio Público para denunciar.

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Araceli, fue vista por última vez cuando acudió a la escuela Vasco de Quiroga donde estaban inscritos sus hijos, ubicada  a la entrada a Capultitlán en Toluca, donde un administrativo viejo conocido de la prepa, la había citado a las 16:00 horas, ya fuera del horario escolar para entregar unos documentos, según el relato del hombre, hecho en su momento a la familia Aceves, Araceli llegó al plantel, pero sólo permaneció unos cinco minutos.

-¿Los otros padres, o los maestros no se percataron de qué pasó con ella? se le preguntó a Virginia. -No había ya nadie, por eso se nos hace extraño que la haya citado tan tarde. ¿Cómo se llama el hombre? se le insiste, pero duda y niega darlo, por temor -y asegura que el administrativo como lo identificó, ante el Ministerio Público reveló que le había dado un “raite” a una farmacia ubicada a unos metros de la escuela-, información que el docente ha negado a la familia.

De la joven de 30 años, se tenía poco control sobre su vida, pues vivía aparte en otro domicilio con sus tres hijos, en un cuarto que rentaba, ahí mismo en el Seminario, recordó Daniel,- su hermano, quien se ha vuelto el propio investigador de su hermana, ha buscado casos similares, y es quien acude al Semefo a reconocer cadáveres cada vez que en los diarios informan de una mujer asesinada en el valle de Toluca-.

El viernes pasado que otras familias de casos similares a los suyos se manifestaron en la Procuraduría, la familia Aceves fue la ausente, dice Daniel que se enteraron ya tarde, pero buscarán tener contacto con ellos pues quizás les sirva de ayuda.

Ahora los tres pequeños de Araceli, de 12, 11 y nueve años, viven con su padre, de quien la joven llevaba tiempo separada.

-Muchas veces me preguntaban que donde estaba su mamá, yo siempre encontraba una mentira, recuerda Virginia, un tanto apenada por revelarlo.

Ayer que se le visitó, Virginia y su hijo Daniel intentaron limpiar un poco de la casa y la angustia con que viven desde hace 10 meses, entre los pocos retratos que hay, se divisan dos de Araceli, -es cuando cumplió sus quince años y ésta de la foto también es ella, explicó la mujer, que de cierta forma se alegra por hablar de su hija con extraños, quizás para atraer los recuerdos y sentir que aún hay esperanza por encontrarla sana y salva.(

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