Este es el calvario que diariamente tenemos que recorrer en el Metro de CDMX

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Como ya casi todos ustedes saben, la situación con respecto a la contaminación en la Ciudad de México es un asunto serio.

Debido a eso, una de las medidas a tomar fue el programa del Hoy No Circula, donde todos los autos descansarían un día a la semana y un sábado de cada mes, iniciando el 5 de abril y finalizando hasta el 30 de junio.

Gracias a esto, la gente se ha visto en la necesidad de recurrir al uso de transporte público en los días en que no pueden conducir sus automóviles. Claro que esto causa un efecto colateral en cada uno de estos servicios de transporte, ya que el porcentaje de personas que requieren de su uso, se ve incrementado considerablemente.

Con todo esto, decidimos treparnos a un metro para ver qué tal se pone en hora pico y no, no es que lo hagamos como los Diputados y vengamos a presumir que “nos subimos a un Metro”, lo usamos todos los días, pero sin pensar en lo que rodea el calvario.

Para poder hacer un buen análisis del uso del metro en la CDMX, elegimos una de las líneas más concurridas de este servicio: La Línea Café, que va de Tacubaya a Pantitlán, después de todo, es un trayecto que mucha gente utiliza; viven por Pantitlán y trabajan por Tacubaya.

Obviamente sabemos que existen otras líneas que podrían estar más atascadas, pero esta, al tener 12 estaciones, nos permite observar el viaje de manera más detallada.

A continuación, comenzaremos a narrar todo el calvario de principio a fin:

Antes de abordar

Comenzamos desde el momento en el que buscamos comprar un boleto. El tiempo puede variar entre uno y tres minutos si bien te va; aunque se han presentado ocasiones en las que hay filas enormes de personas que también quieren realizar su compra. Eso hace que muchas veces la espera se extienda de 5 hasta 10 minutos.

Hay veces en las que los mismos empleados de la taquilla dejan sus puestos y eso hace que todo el proceso sea fatídico, ¿alguien dijo yo?

Cuando vamos en alguna dirección o transborde, normalmente encontramos escaleras eléctricas en nuestro camino. Durante este viaje, nos topamos con tres escaleras de las cuales, sólo funcionaban dos. Este tipo de problemas suele ocurrir muy a menudo y la mayoría de las ocasiones, el mantenimiento de las escaleras sólo hace que el movimiento a través de las instalaciones sea más complicado.

Ahora pasamos al asunto del abordaje. Hoy tuvimos suerte, ya que sólo nos tomó dos intentos entrar a un vagón, pero hay ocasiones con menos suerte en las que toma de cuatro hasta cinco intentos para abordar de manera “exitosa” (con exitosa, nos referimos a que tendremos que usar nuestras habilidades de contorsionistas para poder caber en un espacio sumamente reducido).

Lamentamos la calidad de ciertas fotografías, pero era tomar buenas fotos o sobrevivir a estampidas humanas.

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Hablando de subirse a un vagón, acá es donde empieza la “Battle Royale”. ¿Por qué? Bueno, porque es aquí donde todos luchamos por tener un espacio para habitar en el tren, y para eso, usamos todo tipo de empujones y despliegues de fuerza física.

Los empujones en el metro son parte de la vida diaria. Normalmente hay gente obstruyendo el paso en las entradas y no hay orden al momento de ingresar ni al momento de salir.

Durante nuestra estancia en el vagón

Una vez dentro del transporte, nos damos cuenta de cuáles son las prioridades y con esto nos referimos a los asientos designados a personas de la tercera edad, mujeres embarazadas o gente discapacitada.

La verdad es que con tal de encontrar un lugar para sentarse, los pasajeros ocupan los asientos designados y casi nunca tienen la voluntad de cederlos. Al ver que no hay autoridades en cada vagón, los usuarios hacen lo que desean.

Durante nuestro viaje a través de cada estación, nos íbamos fijando en las instalaciones del vagón. En primera, nos dimos cuenta de que el aire acondicionado no funcionaba. Como resultado, teníamos a toda la banda dentro de las estaciones subterráneas sudando y luchando por agarrar algo de aire.

Otro “detallito” que pudimos notar durante nuestro calvario, fueron los frenones que se aventaba el tren, los cuales fueron dos. Ya saben, esos momentos en donde se pone a prueba nuestra resistencia física cuando recibimos el peso de toda la gente del vagón al ser aplastados.

¡Casi se nos olvida! En un mundo ideal, el metro sólo hace paradas de 30 segundos como máximo para que la gente pueda subir y bajar de los vagones de manera eficiente.

Sin embargo, hablamos del metro en la CDMX, así que si tomamos en cuenta factores como la lluvia y las personas estorbando en las puertas, tenemos como resultado paradas que pueden durar hasta 20 minutos de una estación a otra. Para todos los que vamos camino al trabajo y tenemos el tiempo contado, esto se convierte en el peor de los infiernos.

En esta ocasión, sólo hubo dos momentos estáticos considerables: Uno de siete minutos de Jamaica a Mixiuhca, y el otro de cinco minutos en el trayecto de Puebla a Pantitlán.

Después de salir del transporte

Finalmente, llegamos a Pantitlán y damos fin a todo el calvario. Nos tomamos un segundo y vemos a la gente partir; casi sin darnos cuenta que abordamos el tren a las 6:05 p.m. y lo abandonamos a las 7:02 p.m.

 

Nos tomamos un momento para ver a las personas que compraban sus boletos y nos pusimos a pensar en todo lo que deben atravesar diariamente.

También llegamos a la conclusión de que el sistema no siempre parece una buena opción para movilizarnos por la ciudad, ya que después de todo, nos tomó casi una hora movernos alrededor de 12 estaciones.

Todo esto aplica para todos los sistema de transporte en la CDMX, ya que esta sólo es la punta del iceberg de todo este análisis.

Hemos atravesado situaciones en las que el transportarnos de un lugar a otro nos cuesta hasta dos horas de nuestro tiempo, debido a distintos factores.

Esta situación requiere que se forme una gran conciencia con respecto a las medidas que se deben tomar, ya que en comparación con muchos sistemas de transporte de otros países, el nuestro aún carece de muchas regulaciones y cualidades que se necesitan para que cada viaje quepa dentro de lo aceptable.

El que estemos acostumbrados a esta situación, no quiere decir que esté bien.

Fuente : Sopitas

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