Para miles de migrantes que han esperado durante meses en el norte de México, se suponía que el lunes iba a marcar el momento en que el gobierno de Estados Unidos finalmente abandonara una política de la era de la pandemia que les ha impedido solicitar asilo en el país norteamericano.
En lugar de ello, se convirtió en un revés para muchos de ellos, después de que un juez federal de Luisiana impidiera levantar esa política, conocida como Título 42 y que desde marzo de 2020 ha permitido devolver rápidamente a más de un millón de migrantes de Estados Unidos a México y otras naciones.
Las autoridades sanitarias de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informaron en su momento que la medida era necesaria para frenar la propagación del coronavirus en las abarrotadas instalaciones fronterizas.
“Primero dijeron que iban a abrir la frontera para asilo, y después dijeron que siempre no”, afirmó Max Gonter, de 24 años, quien detalló que ha pasado casi dos años esperando en México para pedir asilo después de huir de la pobreza y la violencia en Honduras.
“Ya no me aguanto, estoy muy cansado”, expresó Gonter el domingo, desde un refugio para migrantes en la ciudad norteña mexicana Monterrey.
El presidente estadounidense, el demócrata Joe Biden, llegó al cargo en enero de 2021 prometiendo deshacer las políticas migratorias de línea dura de su predecesor, el republicano Donald Trump, pero hasta ahora ha tenido problemas para cumplirlo.
La continuación del Título 42 es el último cambio de política que ha consternado a los migrantes.
Otro programa de la era de Trump, conocido como “Quédate en México”, que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en ese país mientras sus casos se tramitan en tribunales estadounidenses, fue cancelado por Biden a principios de su gestión, solo para ser restablecido tras un fallo judicial en agosto de 2021.
Pablo, un migrante mexicano que se negó a dar su apellido por motivos de seguridad, relató que huyó de su ciudad controlada por un cártel en el sangriento estado Tamaulipas, noreste del país, para evitar ser reclutado a la fuerza en una operación de tráfico de drogas.
Mostró cicatrices en sus antebrazos y espalda como prueba de la violencia en México de la que espera escapar cuando pueda pedir asilo en Estados Unidos.
“Solo quiero vivir una vida tranquila, una vida normal”, dijo.