Un oasis para quien busca huir del estrés y encontrar, aunque sea por un fin de semana, la tranquilidad absoluta.
Es difícil creer que un lugar como este se encuentre a menos de una hora de la agitada Ciudad de México. Custodiado por el majestuoso monte Tepozteco, este hotel es capaz de robarle el aliento incluso al turista más difícil de sorprender.
Antes de convertirse en hotel, la propiedad funcionaba como una casa de retiro. Pero ahora los huéspedes entran por un puente de más de 200 años de antigüedad que los conduce a la recepción.
Sus habitaciones están hechas para descansar envuelto en edredones de pluma y sábanas de algodón puro de 350 hilos. Por las mañanas vale la pena darse una vuelta por la alberca inundada por el aroma de los árboles de naranja agria, lima y limones que habitan el jardín.
Cuando salen los primeros rayos de sol, se antoja hacer alguna de las caminatas, tours en bici o cuatrimoto que se ofrecen para recorrer la zona y luego, volver al spa para relajarse con un masaje o un temazcal.
Al caer la noche, no hay mejor lugar para estar que las terrazas de las habitaciones, desde las que se escucha el sonido de los grillos del jardín y donde las horas pasan deliciosamente al calor del fuego de las chimeneas exteriores.
(Con información de foodandwineespanol)