Durante el fin de semana hubo un movimiento muy pronunciado al interior del gabinete para intentar convencer a Andrés Manuel López Obrador de impulsar la detención de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray antes de las elecciones.
Actores de trato frecuente con el presidente como Roció Nahle, Manuel Bartlett, el caricaturista Rafael Barajas o el productor Epigmenio Ibarra se sumaron a ese clamor (expresado en un editorial del talibán John Ackerman) tras la publicación de las pesquisas de la Fiscalía General.
En el argumento de esa corriente existe la tesis de que como hay un manejo político pobre de las campañas morenistas (por culpa de Mario Delgado), es preciso dar un golpe de efecto, patear el tablero y dar una estocada contra la noción de impunidad.
Esas arengas agradan al presidente pero cuando este voltea a su ala más pragmática entiende que de momento es algo inviable. López Obrador cree que si detiene al ex presidente el PRI no le dará tregua a nivel legislativo y lo cierto es que el tricolor pudiera ser el socio de gobernabilidad en caso de que no se retenga la mayoría en San Lázaro.
Las noticias que llegan a Palacio sobre el rumbo de la elección son inquietantes. Hace un mes se calculaba que Morena solo perdería en Querétaro. Ahora la duda se extiende a otros estados y algunos se dan por perdidos de antemano, como Baja California Sur o Chihuahua. Esa misma zozobra aparece en los cálculos de San Lázaro.
El pasado viernes los encuestadores de Palacio llevaron el dato de que la alianza PRI-PAN-PRD en el peor de los mundos pudiera tener 255 escaños y en el mejor hasta 280. Si ese es el tablero, López Obrador va a requerir del PRI para blindar la segunda mitad de su mandato.
Hay dos elementos adicionales que generan asombro en el círculo presidencial. Por un lado no se ve un gran beneficio electoral en los ambiciosos planes de vacunación. Estos programas no están siendo capitalizados electoralmente por la Federación sino más bien por las autoridades más inmediatas, que manejan la última fase de la vacunación.
El segundo es que hay sectores sociales donde el Gobierno está demasiado flojo como para haber hecho la inversión que hizo en programas sociales. Entre los jóvenes se observa que apenas el 20% de los receptores de apoyos gubernamentales irán a votar. Las mujeres de clases populares es otro universo donde Morena espera mejores resultados que de momento no se observan.
Una aritmética que sirve para entender que para López Obrado ir tras su antecesor es una jugada de alto riesgo. Sobretodo si ese pasado puntual termina afectando su futuro.
Con información de lapoliticaonline.com.mx