La dirigencia del PRD en el Estado de México advirtió que el Presidente Enrique Peña Nieto debe aceptar su responsabilidad histórica en la perversa reforma energética que alentó, misma que en 2017 flagelará la economía de millones de mexicanos, al decretarse aumentos desproporcionados en los precios de las gasolinas y combustibles, lo cual hace urgente retomar la discusión y que las fuerzas democráticas logren revertir tales modificaciones lesivas para el bolsillo de los ciudadanos.
El presidente del PRD mexiquense, Omar Ortega Álvarez, afirmó que los incrementos anunciados por la Secretaría de Hacienda son resultado del engaño y traición orquestados por el Presidente Peña Nieto y su partido, pues cuando el Ejecutivo federal promovió la reforma energética se prometió a la población que ya no habría más “gasolinazos”. Incluso se llegó a la incongruencia de asegurar que el objetivo era regular el mercado para no continuar mermando las finanzas de los ciudadanos.
La realidad siempre fue otra, aseveró el también diputado federal de PRD.
Y es que la Secretaría de Hacienda anunció un incremento superior al 20 por ciento en los precios máximos regionales para la gasolina, que comenzarán a estar vigentes del 1 de enero al 3 de febrero de 2017.
En un mecanismo donde se fijan precios máximos, Hacienda estima que el precio promedio máximo en el país de la gasolina Magna será de 15.99 pesos por litro, de la Premium 17.79 pesos por litro, y de 17.05 pesos para el litro de diésel.
Comparado con enero de 2016, los incrementos se disparan a 21.5, 27.2 y 23.8 por ciento, respectivamente.
La Secretaría de Hacienda justifica las alzas con un pretexto que fue visible desde la aprobación de la reforma energética: que continuarían los aumentos por los incrementos que a su vez ocurrirían en los precios internacionales del combustible.
Pero de manera tramposa, afirmó Ortega Álvarez, el gobierno de Peña Nieto afirma que esto no implica ninguna modificación o creación de impuestos.
No obstante, el líder del perredismo mexiquense aseveró que sí representa un daño directo a la economía de los mexicanos, resultado de una reforma energética que sólo beneficia a los grandes capitales, producto de la inercia neoliberal de la cual es un simple títere el Presidente Peña Nieto.
Y es que uno de los argumentos que seguramente esgrimirá el gobierno federal, adelantó Ortega Álvarez, es que el promedio nacional en el costo del combustible seguirá estando debajo de la media mundial, un argumento técnico, pero falaz y que exhibe la dependencia económica de nuestro país.
El origen
El presidente del PRD en el Estado de México recordó que en la Ley de Hidrocarburos, que formó parte de la reforma energética, se estableció que la lógica del mercado determinaría los futuros precios de las gasolinas y combustibles.
El artículo décimo sexto transitorio de la Ley de Hidrocarburos indicaba que tras su entrada en vigor y durante 2014, los precios máximos de las gasolinas Magna y Premium serian determinados conforme a las disposiciones que existían con anterioridad, es decir, continuarán los ajustes mensuales para atenuar los costos internacionales del petróleo.
El inciso b) del citado artículo transitorio explicaba que a partir del primero de enero de 2015 y hasta el 31 de diciembre de 2019, los precios máximos al público serían ajustados mensualmente por la Secretaría de Hacienda, de forma congruente con la inflación esperada de la economía.
Y también adelantaba que la política de precios, establecida en esta disposición, dependería de que los precios internacionales en los combustibles permanecieran estables o disminuyeran
“En caso contrario, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público revisará al alza los incrementos de los precios públicos, de manera consistente con el incremento en el precio en el mercado internacional”, pronosticaba el citado inciso. Mismo que ahora conocerán todos los mexicanos cuando compren gasolina.
Esto representa, desde la óptica neoliberal, la liberalización de los mercados, que en teoría debe generar precios equilibrados, pero la pregunta es si en México existe una economía fuerte que esté lista para enfrentar inercias del mercado mundial, y sobre todo si la prioridad es fortalecer la microeconomía, enfocándose al nivel adquisitivo de los ciudadanos.
La respuesta, adelantó Ortega Álvarez, es contundente, en México no existen tales condiciones, y por el contrario el gobierno federal debería reconocer la traición de la reforma energética, revertirla e iniciar una política que favorezca el mercado interno, evite el empobrecimiento de los mexicanos y proteja el poder adquisitivo. Ir en otro sentido, insistió, es una traición que sólo produce mayor desencanto e inconformidad social.