Alrededor del mundo existen personas que dedican parte de su vida a una causa para mejorar su entorno en forma de organizaciones o instituciones. En la capital del país existe una brigada muy particular, cuyo objetivo es instruir a las personas sobre la cultura cívica. Poder Anti Gandalla surgió a partir de la preocupación de una minoría sobre los procedimientos legales de cosas muy comunes que los ciudadanos nos topamos día a día, por ejemplo, el uso de artículos para apartar lugares de estacionamiento en la vía pública hasta el mismo proceso de pedir el apoyo de un elemento policiaco y su forma de proceder.
“La brigada se ha dado a conocer por la escandalosa actividad de colocar pegatinas en los parabrisas de los autos que obstruyen la vía pública, es decir, cuando un vehículo se encuentra arriba de una banqueta y no deja transitar a las personas sobre ese espacio. Muchos sabemos que es molesto tener que bajar de la banqueta por el caso de un auto que estorba, pero seguro te molestaría más salir y ver tú vehículo con una pegatina enorme”.
En esta ocasión platicamos con ‘El Padre Yumi’ quién prefirió ocultar su identidad para hablarnos sobre su labor en Poder Anti Gandalla. El brigadista de cuarenta años de edad, lleva al menos diez meses en la cuadrilla y actualmente funge como coordinador de la brigada en la delegación Benito Juárez.
El Padre Yumi comenta que ha sido detenido en varias ocasiones y no es de esperar menos, pues las actividades que los brigadistas realizan son del enfado de muchas otras. “Nunca he sido procesado por alguna de estas actividades. En mi delegación existe la idea equivocada del tráfico de influencias y creen que con eso podrán evitar la ley o dando mordidas. Ahí es donde nosotros intervenimos, el chiste es educar a los gandallas”, señala.
“Volviendo al caso de las pegatinas, imaginemos al dueño de un auto que salió de su casa, donde se le ocurrió dejar su vehículo arriba de la banqueta y encuentra al brigadista que le está pegando la enorme etiqueta en su auto, por supuesto que la reacción no es la misma que ver a un antiguo amigo. Entre mentadas de madres e incluso golpes, llega la policía y el dueño del carro exige que se lleven al sujeto y que pague los daños que le hizo al mismo. Por otro lado, el brigadista lee al policía y al agresor el artículo 30 del Reglamento de Tránsito en dónde estipula que dejar el auto en esas condiciones está prohibido”, argumenta.
Tratar con gandallés a los gandallas tendrá sus consecuencias más que ir a parar a la delegación o al Ministerio Público, que ya es todo un ritual para los miembros de la cuadrilla: “En una ocasión nos quisieron linchar en el pueblo de Santa Lucía en Oaxaca por querer retirar tubos sobre las banquetas. Me han golpeado en diferentes ocasiones y también me han amenazado de muerte. Además he sufrido de acoso en redes sociales con memes o nos sustraen información de nuestros domicilios y de nuestras familias con lo que aumentan las amenazas”.