Flor de cempasúchil, catrinas y calaveritas de azúcar son algunos de los productos de temporada que se observan en el Mercado Municipal de San Bartolo. Después de 50 años de existencia, continúa ataviándose de aromas y colores para recibir a los naucalpenses en el Día de Muertos.
En Naucalpan, mientras los muertos descansan, los locatarios trabajan y es que, en estas fechas, el mercado se mueve las 24 horas del día. Es el caso de María Guadalupe, quien durante las últimas semanas ha estado llegando a la cabecera municipal a las 4:00 de la mañana con cargamentos de flor de cempasúchil, provenientes de la Central de Abastos de Iztapalapa.
“Nosotros vamos a comprar entre las 12:00 y 3:00 de la mañana. Llegamos aquí a las 4:00, en lo que descargamos todo, ya toca abrir; casi no hemos dormido”, comentó María Elena, habitante de Chimalpa.
Una rutina similar es la de Manuel, cada tres días trae lotes de la “flor de 20 pétalos” y de la denominada flor de terciopelo, salidos desde Villa Guerrero, Estado México, comunidad reconocida por su vocación floricultora.
En la producción de pan de muerto, los desvelos no difieren. El proceso es largo, comienza con la masa, prosigue en el horno y no culmina hasta la decoración. Marisela, propietaria del negocio, presume oferta para todos los gustos: pan de muerto azucarado tradicional, con ajonjolí, de canela, y hasta con azúcar roja (característico de la Mixteca Poblana).
“El que está espolvoreado de rojo es para los altares de las personas grandes y el de azúcar blanca es para los bebés, para los niños”, explicó Marisela, originaria de San Bartolo.
Al igual que las ofrendas en México, los locales en el mercado de Naucalpan son una tradición. La mayoría de los negocios son propiedad de familias desde hace más de 40 años. Generación tras generación, los hijos continúan con el giro.
“Llevamos aquí desde hace 40 años, desde entonces se han realizado las ferias como la de Día de Muertos. Somos hereditarios de la familia, mi abuelita empezó desde el mercado viejo, que estaba donde ahora es el Parque Revolución, te estoy hablando de hace 80 años”, recordó Juan Carlos, de Las Huertas.
En San Bartolo, los ciudadanos encuentran de todo para sus altares. Papel picado, calaveritas de azúcar y de chocolate, copal, veladoras, dulces y frutas están presentes.
Para quienes no simpatizan con las ofrendas y las ceremonias más tradicionales, también se encuentra la oferta del maquillaje y los disfraces. No basta más que un breve recorrido entre los más de 600 locales del mercado para hallarse una, dos, cinco o hasta veinte catrinas.
Tal es el auge que ha alcanzado el maquillaje en estas épocas, que ya existen negocios que te maquillan entre el vaivén de los marchantes. Los diseños pueden ser ideados por las maquillistas o basados en alguna idea del cliente, los precios más recurridos son de 50 pesos, pero hay trabajos de maquillaje que ascienden hasta a los mil 500 pesos.
“El maquillaje es muy antiguo, pero desde hace como dos años se ha popularizado, antes nada más era la máscara o una cicatriz pequeña, ahora ya cada persona trae su idea, ya traen cosas muy elaboradas”, apuntó el locatario Juan Carlos.
En los distintos locales del mercado y entre los visitantes hubo múltiples referencias sobre el éxito del Día de Muertos en el país.
“Ha aumentado la compra de artículos de tradición mexicana, este año ha habido más disfraces de catrines y catrinas que de Halloween”, externó una locataria; “ya lo de Halloween está bajando un poco y ahorita está agarrando auge lo mexicano, lo otro era pura mercadotecnia”, aseguró un comprador.
La conclusión es breve, pero certera: el tema de estos días son los muertos, pero la tradición está viva.