Privan de la vida joven afuera del colegio de su hijo

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Un jo­ven de 24 años de edad fue pri­va­do de la vi­da de un ba­la­zo en la cabeza  por un sujeto que ba­jó de una mo­to­ne­ta y que lo sor­pren­dió mo­men­tos des­pués de que de­jó a su hi­jo en el co­le­gio y se re­ti­ra­ba en una bi­ci­cle­ta.

El pre­sun­to ho­mi­ci­da después de haber asesinado al joven, su­bió de nue­va cuen­ta a la mo­to­ne­ta, don­de lo es­pe­ra­ba otro su­je­to y an­te la mi­ra­da ató­ni­ta de de­ce­nas de ni­ños y pa­dres de fa­mi­lia que pre­sen­cia­ron la eje­cu­ción, se dio a la fu­ga a to­da ve­lo­ci­dad pa­ra per­der­se en­tre las ca­lles del lu­gar, sin que has­ta el momento se se­pa na­da de su iden­ti­dad y po­si­ble pa­ra­de­ro.

Los he­chos que cos­ta­ron la vi­da de es­te jo­ven pa­dre de fa­mi­lia, iden­ti­fi­ca­do co­mo Víc­tor Ma­nuel “N”, de 24 años de edad, se re­gis­tra­ron mi­nu­tos an­tes de las 8 de la ma­ña­na del miér­co­les, fren­te a las ins­ta­la­cio­nes de la Es­cue­la Pri­ma­ria En­ri­que C. Reb­sa­men, ubi­ca­das en la es­qui­na de las ca­lles San Ni­co­lás y Pa­seo de los Ángeles, en el frac­cio­na­mien­to La Tri­ni­dad, del municipio de Zumpango.

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Según información de La Prensa, au­to­ri­da­des po­li­cia­cas in­for­ma­ron que de acuer­do a las pri­me­ras investigaciones que se rea­li­za­ron y por tes­ti­mo­nios que die­ron va­rios pa­dres de fa­mi­lia, el aho­ra oc­ci­so acababa de de­jar a su hi­jo en el co­le­gio y se re­ti­ra­ba a bor­do de una bi­ci­cle­ta, cuan­do fue sor­pren­di­do e interceptado por dos su­je­tos que via­ja­ban en una mo­to­ne­ta, uno de los cua­les des­cen­dió de la uni­dad y se di­ri­gió ha­cia él pa­ra eje­cu­tar­lo de un ba­la­zo en la ca­be­za.

Al te­ner co­no­ci­mien­to de los he­chos, lue­go del lla­ma­do de au­xi­lio de los pro­fe­so­res del co­le­gio, ele­men­tos de la Po­li­cía Mu­ni­ci­pal y de la CESC de in­me­dia­to se pre­sen­ta­ron en el lu­gar e im­ple­men­ta­ron un fuer­te operativo en to­da la zo­na, a fin de ubi­car y de­te­ner a los cri­mi­na­les, pe­ro co­mo re­gu­lar­men­te su­ce­de en estos ca­sos no tu­vie­ron suer­te, pues es­ca­pa­ron sin de­jar pis­tas de su pa­ra­de­ro.

Mi­nu­tos más tar­de, al re­ci­bir la ma­la no­ti­cia, una de las her­ma­nas del aho­ra oc­ci­so se pre­sen­tó en el co­le­gio y en medio de una se­ve­ra cri­sis lo iden­ti­fi­có.

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