¿Qué tan masculino o femenino es tu cerebro?

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El masculino se inclina al sexo; el femenino al compromiso

Las diferencias entre los cerebros masculinos y femeninos determinan la predisposición para que una persona sea más infiel o monógama, aseguran especialistas.

No obstante, tener un cerebro masculino o femenino no necesariamente corresponde a las características físicas sexuales de los individuos o con una orientación sexual en específico.

La investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Adriana Morales Otal, explica que en el caso del cerebro masculino predomina la inclinación hacia el sexo, mientras que en el femenino se apega hacia el compromiso.

“Hablando de monogamia y poligamia, las mujeres definitivamente son menos infieles, no porque no quieran, sino porque simplemente podrían copular y embarazarse. Traer un hijo no es nada más comprar una muñequita, se adquieren responsabilidades”, señala la especialista.

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Por su parte, el hombre no se embaraza, copula y no tiene ese instinto de compromiso, de conducta materna que desencadenan las hormonas en un cerebro femenino, apunta la especialista de la UAM Iztapalapa en entrevista con la Agencia Informativa del Conacyt.

“En un cerebro masculino está la testosterona que da como respuesta que tiene que copular, sacar eso que está contenido, esa impulsividad”, detalla.

En contraste, añade, en un cerebro femenino que es susceptible a fluctuaciones hormonales se da más el enamoramiento, que es una liberación de endorfinas, oxitocina y vasopresina, hormonas que dan felicidad a las personas.

Menciona que ese enamoramiento dura muy poco, es variable. “Los estudios sugieren que dura alrededor de entre ocho meses a tres años y lo podemos experimentar unas ocho veces alrededor de nuestra vida”, indica.

Ese enamoramiento se puede convertir en amor materno, fraterno, o a un cónyuge, señala Morales Otal, quien recuerda los estudios hechos por la reconocida antropóloga a nivel mundial, Helen Fischer, quien demuestra que todos podemos pasar por el enamoramiento.

Sin embargo, muy pocos tienen la oportunidad de que ese enamoramiento se convierta en un amor para convivir con una pareja por mucho tiempo, en el que se incluya el compromiso que es importante para el cerebro femenino y para el masculino no.

Cabe señalar que los cerebros femeninos o masculinos no necesariamente corresponden a las características sexuales o con una orientación sexual, explica la especialista.

“Es decir, yo puedo tener vulva, vagina y pechos, pero mi cerebro puede ser masculino y mi orientación sexual puede ser bisexual; es decir, no necesariamente tenemos que hacer que encuadre un pene con un cerebro masculino o con una orientación sexual heterosexual.

“De ahí, surgió la línea de investigación ¿Qué tan masculino o femenino es tu cerebro?”, dijo Morales Otal, quien agregó que los estudios hechos sensibilizan a las personas para evitar poner etiquetas.

En su oportunidad, el también investigador de la UAM-I, Armando Ferreira Nuño, comenta que en el hombre, la fidelidad se vincula con una hormona que se llama vasopresina, y en la mujer, con una llamada oxitocina.

La hormona vasopresina tiene tres variedades, por lo que hay individuos que tienden a ser más monógamos, con un receptor de un tipo mientras que otros son más polígamos, con otro receptor.

En el caso de la mujer, la hormona del apego es la oxitocina. En el momento en que la mujer empieza a dar pecho al bebé, con el primer amamantamiento se desencadena la liberación de oxitocina y eso le va a producir placer a la madre.

Ese placer lo experimentan otros mamíferos como ratas y perros que se vinculan a la cría y se establece un apego, afirma el investigador del Área de Neurociencias del Departamento de Biología de la Reproducción.

Por otro lado, Ferreira Nuño dijo que la poligamia es un patrón en su mayoría distribuido en muchas especies animales, como en los mamíferos que alcanza 95 por ciento en contraste al cinco por ciento que es monogámica.

Lo anterior sucede porque tanto la poligamia como la monogamia son estrategias reproductivas de todos los animales, incluyendo el ser humano, por lo que son patrones de comportamiento que les permiten adaptarse mejor a ciertas condiciones del medio ambiente, aseguran los especialistas.

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